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Educando a Mireles



El fruto envenenado de la crisis de las autodefensas en Michoacán fue el encumbramiento del Cártel Jalisco Nueva Generación como la banda criminal más grande y peligrosa del país. El Mencho, líder de esa banda, aprovechó de maravilla la oportunidad que representó la extrema fragilidad del Estado mexicano, que por largo tiempo no cumplió con su parte del contrato social y dejó vastas regiones de Michoacán al garete.

El gobierno estatal fue rebasado y de inmediato enganchado por bandas criminales que se convirtieron en el poder real, primero La Familia Michoacana y después Los Caballeros Templarios. Vimos, para vergüenza de todos, videos de dos gobernadores y del hijo de uno de ellos, conviviendo con los capos en una fraternidad propia de un Estado fallido. No fue tan raro que ante la traición de las autoridades los pobladores comenzaran a explorar opciones para defenderse ellos mismos, con sus propias armas.

Al principio hubo manifestaciones de apoyo a las autodefensas, muy nítidas por lo menos en La Ruana y la muy sufrida Tepalcatepec. El gobierno, sabiendo de la descomposición del gobierno estatal y de la mayoría de los municipales, se hizo de la vista gorda y después incluso comenzó a entregar armas y una suerte de uniformes a los civiles, supuestos civiles, en armas. El gobierno, en este tema, acumuló un sinfín de errores y esa zona de Michoacán sigue sin conocer la paz. Lo cierto es que los pobladores, salvo en el arranque, se mantuvieron al margen. Querían ajustar cuentas con Los Templarios que los extorsionaban hasta extremos ridículos.

Me tocó, como ejemplo, conocer el caso de una señora mayor de 70 años, en Lázaro Cárdenas. La señora había tenido una fonda y la cerró. Para ganar algún dinero y aprovechando sus destrezas culinarias decidió en las noches abrir el garaje de su casa y poner un anafre para vender quesadillas. ¡Quesadillas! El negocito pintó bien hasta que menos de una semana después se apersonaron unos chamacos que dijeron ser Templarios para cobrarle derecho de piso. La señora, asustada, cerró su garaje y se acabaron las quesadillas. Después supieron que otros vecinos con alguna pequeña actividad económica como manejar un taxi o tener una peluquería tenían que pagar su cuota. De no creerse.

En comunidades más pequeñas Los Templarios se sentían con derecho de pernada y violaban a las jovencitas que podían, se registró, aunque sea difícil de creer, un aumento de embarazos entre adolescentes, una barbaridad.

De modo que al principio las autodefensas tuvieron simpatía popular, pero muy pronto la gente se dio cuenta de que los grupos de autodefensa comenzaron a llenarse de personas ajenas a la comunidad, incluso de otro estado. Después se supo que el CJNG se disfrazó de autodefensas para liquidar a sus rivales Templarios. De ese caldo de cultivo surgió la figura de José Manuel Mireles, que ha sido por etapas aliado y enemigo del Gobierno y que ahora, de la nada, apareció como subdelegado del ISSSTE en Michoacán. Mireles y su familia fueron de los cientos de víctimas de secuestro y extorsión y como es un tipo carismático y tenía fama de tener buena puntería por su afición a la caza, se puso al frente de uno de los grupos.

Su desempeño como servidor público ha sido desastroso, pero el propio presidente López Obrador dijo que no lo piensa correr por ser un barbaján, sino que hay que perdonarlo y educarlo. Y en eso está la 4T, educando a Mireles.

 

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@soycamachojuan

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