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La mafia del poder cambia de piel



La mafia del poder ya no es lo que era.
Hace años, su sola mención erizaba la piel. Imaginaba uno a un grupo de monstruos de largos colmillos almorzando bebés. De película de terror. Eso fue antes. Ahora todo mundo la agarra de choteo. Le hacen chistes crueles, suben memes a las redes sociales y ya no espantan a casi nadie. Son el petate del muerto. La razón es que muchos de sus integrantes ahora son morenistas recién conversos. Ya no rugen. Le bajaron tres rayitas.

No se necesitó mucho. Revisaron con atención las encuestas de preferencias electorales. Notaron la distancia entre el primer lugar y los otros contendientes y después de pensarlo un rato resolvieron despedirse de la cofradía, la de la mafia del poder, y comenzar a tender puentes con el equipo del candidato puntero. Durante muchos años los dueños de las televisoras eran estandarte de la mafia del poder. Ya no. Su pragmatismo los ha conducido a mutar, a cambiar de piel. Pasaron de ser críticos feroces a propagandistas del puntero al que le han venido descubriendo una serie de cualidades que por alguna extraña razón antes no le veían. Ahora miran con otros cristales y ven todo de otro color.

Que a nadie les extrañe verlos formados en la ventanilla de culto a la personalidad. Ese vicio mediático que incluye alabanzas a la forma en que acomoda su ropa en el clóset, cómo cocina, se bolea los zapatos. No se crea que es algo nuevo. Se hizo hasta el extremo durante los años de la dictadura perfecta, de los presidentes del nacionalismo revolucionario al que volveremos a final de año. Cada que era el Informe Presidencial, cámaras y micrófonos de la televisión mexicana se metían en cadena nacional hasta la cocina de la casona de Los Pinos, para averiguar si a los hijos del presidente les gustaba más desayunar chilaquiles que huevos estrellados, que si trotaban por los jardines de Los Pinos, que si la señora tocaba el piano, o uno de los chamaquitos montaba bien o practicaba el judo.

En eso andan los dueños de las televisoras a quienes no les cuesta nada consentir a los nuevos poderosos con tal de proteger su negocio. Pero así como unos salen de la mafia del poder, otros entran. Los nuevos malosos son los dueños de empresas a quienes les asusta que las encuestas tengan razón y que AMLO termine en Palacio Nacional. En acciones de comunicación interna, para entrar en contacto con sus empleados, les han advertido de los riesgos, de las posibilidades de que el negocio se contraiga. Contra ellos se ha emprendido una campaña de desprestigio de modo que puedan ser identificados como los nuevos integrantes de la mafia del poder.

La idea es revitalizar esta marca para usarla en los años por venir si las cosas no salen como se planea. Si el próximo gobierno tropieza y no trae, como promete, la felicidad para todos, siempre existirá la mafia del poder para echarle la culpa. Cosas de la política: los más interesados en crear una nueva mafia del poder son los integrantes del primer círculo del candidato puntero. Lo que resiste, apoya, dice el axioma acuñado precisamente en los años a los que anhela regresar el candidato de Morena.

El muchacho chicho de la película requiere de un villano para lucirse, salvar al pueblo y quedarse con la chica. Los dueños de Vasconia, Hérdez y Grupo México tomarán el lugar que dejaron Salinas y Azcárraga.

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@soycamachojuan

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