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Tecnócratas vs priistas tradicionales (1988- 2018)



Se despliega hoy ante nuestros ojos una batalla más de la guerra entre tecnócratas y priistas tradicionales, estos últimos bajo el membrete de Morena. La historia comienza a mediados de la década de los años 80, durante el sexenio de Miguel de la Madrid. Hace tres décadas.

Conforme se acercaba la sucesión presidencial, al interior del PRI comenzaron a agitarse las aguas. Un grupo de priistas notables percibieron que el presidente preparaba un golpe de timón para enfilar la nave del país hacia las aguas del neoliberalismo, dejando atrás las del nacionalismo revolucionario que tan eficaz había resultado por varias décadas.

El neoliberalismo era manejado por los llamados tecnócratas, entrenados en universidades norteamericanas de las más afamadas como Yale, Harvard, Princeton, entre otras. Esto dejaba lejos del fogón a los tradicionales, como Cárdenas, Muñoz Ledo, Ifigenia y allá, en un remoto paraje tabasqueño, a López Obrador. Los inminentes desplazados crearon una corriente crítica al interior del PRI para oponerse, intentar hacerlo, a los designios presidenciales.

La verdad es que la concentración del poder en el presidente hacía inútil cualquier resistencia. Las tensiones crecieron y se registró un rompimiento. La sucesión del 88 se resolvió a favor de Carlos Salinas de Gortari, que se convirtió desde entonces en la bestia negra del grupo político que fundó Cuauhtémoc Cárdenas, que después se convirtió en partido, el PRD, el cual se fracturó para que López Obrador fundara Morena. Obrador identifica a Salinas como jefe máximo de la mafia del poder, que es un piropo político.

Difícil de creer, pero la otra parte del PRD que no se fue con AMLO conservó las siglas si biensu candidato a la presidencia de la Republica en el 2018 es el expresidente nacional del PAN, Ricardo Anaya algo realmente chocante. Ni los tecnócratas son realmente priistas, ni los expriistas tradicionales han dejado de serlo. Hoy día, 30 años después los tecnócratas del PRI ahora representados por José Antonio Meade en un grupo cuyo jefe político es Luis Videgaray y en el que también están Mikel Arriola y José Antonio González, entre otros, se enfrentan a los priistas tradicionales con López Obrador, Monreal, Bartlett, Ebrard.

La gran diferencia es que ahora los priistas tradicionales están a punto de ganar. Su sueño es quedarse en el poder al menos siete décadas, como el PRI de la era de la dictadura perfecta. Hay algo paradójico. Los tecnócratas están a punto de la derrota por culpa de la corrupción colosal de los priistas tradicionales que se quedaron en el partido para robar, o sea los Duarte y Borges y otros igual de mañosos. La gente no está ni harta ni enojada por Meade o Arriola, que son gente decente, está harta de que los priistas tradicionales vean el servicio público como un botín y de que si los ponen donde hay, no resistan la tentación de llenarse los bolsillos. No se conforman con sus sueldos, quieren la cuchara grande.

¿Hay posibilidades reales de que los prisitas tradicionales, hoy parapetados en el membrete de Morena, hagan un buen gobierno? Sería sorpresivo. ¿Hay la posibilidad de que Andrés Manuel con su ejemplo personal haga que los demás integrantes del servicio público que lleguen al poder en diciembre sean honestos? Imposible. ¿Los tecnócratas tienen oportunidad de volver por sus fueros y dominar otra vez la administración pública desde los puestos más importantes del gabinete? Pocas, pero sí. Todavía no se sabe a través de cuál partido, porque ellos no tienen ninguno.

Tal vez deberían fundar uno.

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@soycamachojuan

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