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AMLO extinguió a los priistas



¿Estamos, 66 millones de años después, ante una nueva extinción de los dinosaurios?

El aerolito en forma de pejelagarto hizo el trabajo. El domingo pasado se impactó con fuerza descomunal sobre la sede nacional del partido tricolor, que quedó reducida a su mínima expresión política.

El otro partido hegemónico, casi único, que partió el queso del poder a lo largo del siglo XX, es ahora, después del 1 de julio, un partidito. El PRI tuvo los peores resultados de su historia. No ganó la elección presidencial y tampoco ninguna de las gubernaturas en disputa. Sus fracciones parlamentarias, en ambas cámaras, son microscópicas. No intimidan a nadie. Pasó a ser, aunque usted no lo crea, un partido de la chiquillada. Una debacle.

¿Qué harán los priistas que sobrevivieron al impacto del aerolito?

Lo primero es salir del pasmo, reanimarse, tomarse el pulso. Lo segundo es emprender una lectura del mensaje de los ciudadanos en las urnas. Fue un grito ensordecedor. Si no lo interpretan bien querrá decir que no tienen remedio y que la política del XXI no es para ellos.

Varios de los políticos más inteligentes que conozco son priistas, de modo que una interpretación errónea sólo será posible si tienen ganas de engañarse a sí mismos. Se trata de gente a la que le encanta el poder y sus privilegios. Y apuesto que querrán volver a los puestos de mando. Lo pueden lograr. Los ciudadanos ya le agarraron el gusto de repartir premios y castigos con su voto. AMLO puede tener una mala racha. El ejercicio del poder, sobre todo después de haber hecho tantas promesas, desgasta y en tres años, en las elecciones intermedias, podría comenzar el regreso al poder, pero tienen que estar dispuestos a realizar un esfuerzo supremo.

Corrupción e inseguridad. Los ciudadanos mostraron el domingo que los episodios de corrupción de políticos del PRI los tienen hartos. No sólo hablo de los grandes casos de gobernadores con docenas de ranchos, cuentas en el extranjero y amistades peligrosas. Me refiero a cientos de alcaldes priistas en comunidades pequeñas o medianas que llegan al cargo como integrantes de la clase media y terminan, apenas tres años después, como magnates con mansiones, autos de lujo e hijos estudiando en Europa o Estados Unidos. Llegan, roban y se van sin ni siquiera sonrojarse.

La inseguridad tiene diferentes niveles de responsabilidad, pero una buena parte le corresponde al gobierno federal, en particular la violencia ocasionada por los grandes bandas del crimen organizado. En la segunda mitad del sexenio la inseguridad se desbordó. Ciudadanos con miedo tienen oídos prestos para escuchar a cualquier aventurero de la política. En meses recientes, gracias al operativo Escudo-Titán se ha mostrado una opción que funciona, pero comenzó apenas a principio de año y sólo en un puñado de localidades del país, en las que ha entregado buenas cuentas.

A la corrupción y la inseguridad habrá que añadir que el Presidente llegó al día de la elección con un nivel de aceptación bajísimo, que desde luego operó en contra de su partido. La caída era clara desde hace varios años, pero no se hizo nada. Una buena parte de esa caída en los niveles de popularidad se debió a errores severos de comunicación. El gobierno no comunicó bien a lo largo del sexenio sus logros, que ahí están, entre otros las reformas  estructurales, no fueron conocidas ni valoradas por la población. Los dinosaurios están, otra vez, al borde de la extinción.

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@soycamachojuan

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