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Lo restos de AMLO, Meade y Anaya



Lo mejor que le puede pasar a la campaña electoral 2018 es que ya termine.

Andrés Manuel López Obrador parece estar cerca de tener éxito en su tercer intento por ganar una elección presidencial. Tiene la mirada puesta en este cargo desde que ganó la elección para jefe de Gobierno de la CDMX, hace ya 18 años. Una campaña larguísima, extenuante, fallida en dos ocasiones. Todo apunta a que llegará, por fin, a buen puerto.

¿Es mejor el López Obrador de ahora? Desde mi punto de vista ha mejorado en algo sustantivo: ha tratado de no llegar peleado con la cúpula empresarial al día de la elección. De hecho, con algunos de los empresarios más importantes tiene canales directos de comunicación, como Slim, Salinas Pliego, Azcárraga. Hará su cierre de campaña en el Estadio Azteca lo que encierra múltiples mensajes. ¿Está en condiciones de hacer una buena presidencia? Tengo muy pocas expectativas.

Asumirá, si gana, en un entorno muy complicado. El gobierno de Estados Unidos y sus diferentes agencias, y las bandas del crimen organizado conforman desafíos que suelen ser irremontables incluso para los presidentes mexicanos. Su gobierno tendrá logros discretos, pero puede dejar una profunda huella en la historia si consigue abatir la corrupción que está absolutamente fuera de control. Si él no roba, y tampoco lo hacen la mayor parte de los integrantes de su equipo de trabajo , será un avance fenomenal. Si consigue que tampoco roben los gobernadores será casi un milagro. Todos tendremos ALGO que agradecerle

Jose Antonio Meade ha ido aprendiendo a ser un buen candidato sobre la marcha. Alcanzó la candidatura siendo un servidor público del más alto nivel, con experiencia y buenas cuentas en sus encargos en dos gabinetes de partido distintos. Pero no fue un buen candidato. Tuvo siempre problemas para conectar con las emociones del electorado. Siendo éste un problema, en realidad enfrentó un obstáculo insuperable para cualquier político, incluso uno que tuviera el colombillo más retorcido. Tuvo que cargar con la mala reputación de los priistas que se la pasaron robando de manera por demás cínica en muchas zonas del país. La gente, se dijo varias veces, prefiere castigar a los priistas al costo que sea, incluso votando por ese enigma tropical que es López Obrador. Meade empezó la carrera muy lejos y a quince días de los comicios sigue a una distancia considerable. Ha hecho su mejor esfuerzo y merece el reconocimiento de sus correligionarios. Se cometieron errores, comenzando por dejar a Enrique Ochoa demasiado tiempo. Un error que compartió con Luis Videgaray, su amigo de la adolescencia y jefe político del grupo al que pertenece Meade. Si pierden, ambos compartirán la derrota.

Ricardo Anaya está haciendo un mal cálculo. Piensa que la presidencia de Enrique Peña termina en dos semanas, pero no. Su adversario seguirá en Los Pinos hasta el último día de noviembre, de modo que está en serios problemas y podría, si le aprietan, terminar detenido. Anaya logró unir a panistas y perredistas. Perderán la elección presidencial pero de seguro ganan tres o cuatro gubernaturas, que será su premio de consolación. Si el PRD pierde la CDMX el partido del sol azteca comenzará a desvanecerse y quedará de él el recuerdo de que su último candidato presidencial fue un panista. Un verdadero bochorno. Anaya se ha hecho fama de traicionero, que lo inhibe en el futuro para la política y también para los negocios, incluso los turbios, que son su fuerte.

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@soycamachojuan

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