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El PRI mostró sus cartas



En un alarde de lucidez y pragmatismo, Enrique Peña hizo a un lado su querencia a las tablas mexiquenses y permitió el arribo de Manlio Fabio Beltrones a la  dirigencia nacional del PRI. Acertó. El sonorense quiere y puede. Hizo méritos de sobra. Su llegada a la oficina principal del vetusto edificio de Insurgentes Norte deja a (casi) todos los priistas conformes. Me parece, de entrada, que el principal mérito de la opción de Manlio es precisamente que no sangró las reservas de disciplina del partido.


Si el ungido hubiera sido otro, digamos Aurelio Nuño, los priistas hubieran acatado a regañadientes, vaciando el tanque de la disciplina hasta casi la reserva. No tenía ningún sentido. Manlio juga en las grandes ligas del quehacer político desde hace décadas. Le han tocado duras y maduras, luces y sombras. De todas ha sacado provecho. Si el presidente Peña, como dicen, quiere darle juego a Nuño para que entre al elenco del 2018, hoy raquítico, existen en el horizonte opciones de sobra. Menciono dos: La SEP o la Sedesol serían ideales para la proyección nacional de un joven que, dicen, es brillante y efectivo. Tal vez lo sea. No me consta. En las contadas ocasiones en las que lo he visto en intervenciones públicas se nota, sin forzar la mirada, su novatez. En fin, ya le llegará su turno.

¿Qué pasó el 7 de junio?
Para completar la fórmula de Manlio, la decisión recayó en la diputada electa Carolina Monroy, cuyo segundo apellido es Del Mazo, con lo que se hace evidente la intención de sanar las heridas que se pudieran haber abierto en el círculo compacto mexiquense. Cuando el ritual se complete, Manlio tendrá mucho trabajo acumulado en su escritorio. Creo que su primera tarea es hacer una lectura concienzuda de los resultados de la elección del 7 de junio, cruzándolos con las encuestas sobre el nivel de aceptación del Presidente y del gobierno en su conjunto y con las proyecciones de la economía para el año que entra. La lectura correcta de lo que los ciudadanos expresaron en las urnas es la materia prima para diseñar una estrategia rumbo al 2016, cuando Manlio tenga que pasar la prueba del ácido de una docena de elecciones de gobernador, lo que puede ser una tarea abrumadora.


En el análisis de lo sucedido en junio, la gente de Manlio tiene que considerar el arribo de la figura de los candidatos independientes. En Nuevo León quedó claro, más allá de toda duda, que un grupo de poder decidido y con recursos, como los empresarios, pueden dar un golpe de timón y saltarse la aduana de los partidos políticos a los que muchos de ellos, hablo de los empresarios, desprecian. Si en las elecciones del año que entra algún candidato independiente se alza con la victoria, se pavimentará el camino para presentar a la ciudadanía un Bronco modelo 2018, que pude ser kriptonita verde para los partidos tradicionales como el que presidirá Beltrones. Vinculado a esto se encuentra el franco distanciamiento entre ciudadanos y partidos que tiende a deteriorarse. También hay que considerar la fuerza de Morena en el Distrito Federal y la posibilidad real de que las huestes de López Obrador arriben al Palacio del Ayuntamiento. Una vez hecho el análisis de lo sucedido, viene el diseño de lo que vendrá.

El PRI ya mostró sus cartas. El PAN irá con Ricardo Anaya, que compartió con Beltrones los últimos años en San Lázaro. Al que le urge hacer algo que lo regrese al mundo de los vivos es el PRD. Se está tardando.

@juan_asai

 

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