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La profecía del Tren Maya



Turismo. Enrique Peña Nieto también pretendió construir un tren que ayudara a detonar el turismo en la Península de Yucatán. Fue una oferta que se planteó incluso en el discurso inaugural del mexiquense. Según recuerdo ya hasta tenía nombre, era el Tren Transpeninsular.

Su ruta, que entonces se juzgó ambiciosa, era conectar las zonas arqueológicas más famosas de Yucatán, o sea Chichén Itzá, con los destinos turísticos de ­Quintana Roo. La comunidad turística de la península se enfrascó entonces en la controversia de cuál sería la mejor ruta. La propuesta inicial era salir de Mérida, pasar por Valladolid y por lo tanto Chichén e Izamal para terminar en Punta Venado en Quintana Roo.

Todo mundo se entusiasmó. Incluso un grupo de prestadores de servicios se juntó para pedir que la vía se extendiera hasta Tulum. Mucho ruido, pocas nueces. El tren no llegó a ningún lado porque nunca comenzó a construirse. La voluntad política se extinguió. El proyecto del Tren Transpeninsular reposa en el archivo muerto.

Un sexenio después los reflectores mediáticos se dirigieron al lanzamiento del megaproyecto llamado Tren Maya. Es la misma idea pero redimensionada, mucho más ambiciosa. Naturalmente fue noticia de primera plana. No podía ser de otra manera. Si llega a concretarse, lo que está por verse, significará un cambio cualitativo, de dimensiones históricas, para la industria de viajes en el país, en particular para el llamado Mundo Maya, que es una de muestras mejores ofertas para competir en el mercado turístico internacional. Es una decisión de Estado, pues por sus dimensiones no es seguro que comience a operar en el sexenio que arranca en diciembre, al menos no completo.

Gente cercana al proyecto augura que el Tren Maya será moderno, rápido, puntual y eficiente. Contará con vagones para transportar a los trabajadores del corredor turístico, vagones para clase turista y también camarotes de lujo, carro comedor con gastronomía típica de la región y salón fumador. Todos panorámicos.

Ayudará a elevar gasto y pernocta del turista, beneficiando a la población local y haciendo realidad la promesa de campaña de AMLO. Hacer del turismo una herramienta de reconciliación social, que evite la convivencia de paraísos turísticos con infiernos de marginación.

¿Hay riesgo de que este proyecto corra la misma suerte que el malogrado de Peña Nieto? Claro que sí hay riesgos. Es una obra monumental de más de 140 mil millones de pesos, que es un montón de dinero. Su ruta es muy larga y pasa por muchas comunidades que podrían tener reservas para dejar tender las vías y que por ahí pasaran miles de turistas. Previo a la construcción se tiene que desplegar un intenso trabajo de campo, para que trabajadores sociales logren que las comunidades se sumen al proyecto. Para nadie es un secreto que hay grupos que hacen negocio por oponerse a lo que sea. No es para asustar a nadie, pero macheteros de Atenco brotan por todos lados. Ojalá lo veamos funcionar y que el recorrido inicial se haga durante el sexenio de AMLO.

El equipo de Turismo. El Presidente Electo ratificó a Miguel Torruco como próximo secretario de Turismo. Un profesional respetado por todos en la industria de viajes. Una garantía. También confirmó las versiones adelantadas de que Gabriela Cámara, nieta de Carlos Pellicer y exitosa chef, será la titular del Consejo de Promoción Turística de México. Rogelio Jiménez Pons, conocido bien en Tabasco, va a Fonatur. No queda más que desearles suerte y esperar que conformen un equipo eficiente para extender la buena racha del turismo hasta el 2024.

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