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El Tren Maya no puede fallar



Se trata de una propuesta ambiciosa. No es la primera vez que un gobierno federal propone su realización, pero sí es la primera vez  que una administración pone toda la carne en el asador, como lo está haciendo la de López Obrador. La idea ha tenido resistencias importantes, no por el proyecto en sí, que para todos es atractivo, sino por asuntos colaterales.

La primera molestia que ocasionó fue el trato diametralmente opuesto que ha tenido el proyecto del Tren Maya con respecto al aeropuerto de Texcoco. AMLO asumió como un asunto personal acabar con el proyecto del aeropuerto entre otras cosas porque no se le ocurrió a él. Se ensañó. Le tiró con todo su arsenal, que si los patos hasta los vientos, pasando por el agua y la corrupción y demandó que la gente de su equipo, comenzando por Jiménez Espriú, también lo trituraran.

Fue negativo haber usado una consulta chafísima para justificar una decisión que ya estaba tomado con el objetivo de mostrar a todo el mundo que el nuevo hombre fuerte de México es Andrés Manuel. El contraste con respecto al Tren Maya ha sido colosal. Todo lo que en el aeropuerto de Texcoco son defectos, se convierten en virtudes en el Tren Maya. Lo más notable, sin embargo, es el constraste en el apoyo políticoEn el caso del tren, AMLO se ha juntado varias veces con los gobernadores de los estados implicados para conformar un frente unido, sin fisuras.

Se tomó además una decisión que ha hecho crujir el andamiaje de la industria de viajes,  desaparecer el Consejo de Promoción Turística de México y que el impuesto de internación se vaya completito a fondear al Tren, lo que generó un desafío a un grupo empresarial y político de mucho peso en el país, que le hará la vida de cuadritos al actual secretario del ramo.

Por si fuera poco ayer se movilizaron las ­herramientas de difusión del gobierno para darle vuelo al tema de las ceremonias para solicitar la anuencia de la Madre Tierra para llevar a cabo del proyecto. Para muchos observadores del altiplano se trata de una puesta en escena ideal para hacer docenas de memes, una broma cruel, pero en realidad es una manera de comenzar a encarar el principal desafío de la obra, que no es el dinero ni el respaldo político, sino la respuesta de los pueblos originarios de la zona, comenzado por el EZLN, que es el enemigo a vencer.

Con sus decisiones sobre el aeropuerto y el tren, López Obrador puso a su secretario de Turismo, Miguel Torruco, ante un trabajo hercúleo, que tiene varios frentes.  Tiene que intercambiar fuego a discreción con los empresarios afectados por la liquidación del CPTM, también tiene que idear un nuevo esquema de promoción turística prácticamente sin dinero, con imaginación, buscando vías alternas de financiamiento; tiene que convencer, o al menos intentar hacerlo, de que Texcoco es infernal y Santa Lucía casi el paraíso.

Torruco ha dicho que el proyecto del Tren es un proyecto de justicia social y recordó que a lo largo de la ruta del tren existen más de 700 mil personas en pobreza, 145 mil en pobreza extrema. Todos los proyectos turísticos que se realicen en el país, tendrán la premisa de preservar el medio ambiente y enaltecer la identidad histórica y cultural de las diversas regiones de México. El proyecto ya está en marcha. Ya  hay demasiado  en  juego.  El  Tren Maya no puede fallar.

 


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@soycamachojuan

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