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El caos nuestro de cada día: Juan Manuel Asai



Tres Marías.- Es cierto que en ocasiones no es sencillo deslindar entre los derechos legítimos de dos grupos de ciudadanos. Ocurre de vez en cuando. No fue el caso el bloqueo por más de 12 horas de la carretera México-Cuernavaca a la altura del poblado de Tres Marías. Si los ciudadanos se hubieran manifestado sin bloquear la autopista, tal vez había cierta confusión, pero como la bloquearon entonces incurrieron en un delito y por lo tanto su derecho se diluyó, mientras que el de los miles de ciudadanos que querían pasar por el lugar y no pudieron, a pesar de que habían pagado el peaje, se mantiene y fue violado de manera evidente. Pero no sólo eso, los vecinos retuvieron a un funcionario público de alto nivel. La autoridad también falló y su omisión puede ser punible. Los vecinos de la zona pedían que apareciera un secuestrado, secuestrando a miles mientras que la policía veía. El caos nuestro de cada día.

Las fuerzas federales debieron liberar la autopista de inmediato. Un aviso cortés, una petición clara pero contundente y si no se quitan, los quitan por la fuerza. Ésa es la regla del juego en cualquier país democrático. Nadie dice que tiren a matar, ningún policía debe portar armas de fuego. Nadie dice que los lastimen. Nadie quiere más víctimas, mártires, pero si no comenzamos a aplicar la ley, estamos ante el riesgo concreto de caer en la espiral de caos-represión con resultados impredecibles. El bloqueo a la carretera afectó sobre todo a la actividad turística de Morelos y Guerrero. Ese día, el primero del puente vacacional, la ocupación hotelera en el puerto fue menos del 30 por ciento. Un tropiezo serio en día feriado. El sábado subió a casi 40 por ciento, todavía demasiado lejos de lo óptimo, porque el puente se acaba el lunes y los prestadores de servicios se quedarán sin ingresos. La actuación de la autoridad el día del bloqueo de 12 horas en la autopista a la altura de Tres Marías provocó pena ajena.

Los chiflados.- Escuché que alguien dijo en la mesa de junto: dicen que hubo una balacera en Ciudad Universitaria. Sólo eso nos faltaba, pensé. Desde hace tiempo, hay fuerzas interesadas en meter a la UNAM a la ola desestabilizadora, seguro fue eso. Cuando comencé a seguir las noticias, me di cuenta que estábamos ante una comedia de equivocaciones, un vodevil de esos que protagonizaba Emilio Brillas con puertas abriendo y cerrando sobre el escenario. Un capítulo de los tres chiflados con armas de fuego de por medio. Unos policías se apersonan el sábado al mediodía en el auditorio Che Guevara de Ciudad Universitaria, tomado desde hace años por activistas que no quieren pagar renta. Nadie ha tenido los pantalones para despacharlos. En fin, según esto, los policías indagaban el robo de un celular, lo que es casi imposible que sea verdad, seguro es una guasa. Recibieron a los policías un grupo de violentos que los amago, entonces uno de los policías accionó su arma de fuego e hirieron a un sujeto en la pierna. Sus compañeros huyeron corriendo y al policía lo golpearon hasta dejarlo herido los okupas.

Ésa es en síntesis de historia, que, de ser verdad, es un compendio de estupideces. ¿Policías que salen huyendo? ¿Para qué se metieron a la boca del lobo? En todo caso se debieron hacer acompañar por 500 policías federales o algo así. Muy mal por los policías, pésimo por los okupas, pero completamente imperdonable para los mandos de la PGJDF y claro para el personal de Rectoría que ha dejado sin extirpar ese tumor llamado Che Guevara.

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