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Policía Federal vs Unión Tepito



El narcomenudeo es el principal generador de violencia en la Ciudad de México. La bestia negra. Lo es porque crea una masa delincuencial enorme que no solamente se dedica al comercio de drogas ilícitas, sino que también roba, secuestra, extorsiona, mata. Esto ha convertido a la capital del país en un lugar cada vez más hostil para sus habitantes.

La expansión del narcomenudeo entre nosotros, su crecimiento descontrolado, obedece a varios factores. Sobresale, hay que decirlo, la complacencia o franca complicidad de la policía capitalina. Los policías conocen por nombre, apellido y apodo a los narcomenudistas. Los dejan “trabajar” a cambio, claro, de gratificaciones de todos los tamaños. Imposible probarlo porque no entregan recibos, aunque de seguro por ahí circulan listas.

Empresarios de antros ubicados por toda la ciudad, pero en particular en el corredor Roma, Condesa, Zona Rosa, permiten o promueven, no lo tengo claro, la compra-venta de drogas en sus establecimientos, algunos dicen que lo hacen amenazados por los delincuentes y otros porque sacan ganancias extras. No se crea que el consumo se limita a zonas con alto poder adquisitivo, nada de eso, en lugares como los embarcaderos de Xochimilco es un secreto a voces que hay intenso comercio de drogas, sobre todo viernes y sábados. Nadie lo perturba porque hay dinero para todos.

Los consumidores son parte de la cadena delictiva. Respeto el derecho de cada quien a tener el modo de vida que quiera, pero mientras el tráfico de drogas sea una actividad ilegal los consumidores son el combustible del mercado. Son los que mantienen tintineando las cajas registradoras de los vendedores mañana, tarde y noche. Ese dinero sirve, entre otras cosas, para corromper autoridades. Lo más perjudicial, me parece, es que los consumidores no conectan su pasatiempo lúdico con la ola de violencia e inseguridad que azota a la ciudad. No hacen la conexión o si la hacen no les importa.

En este contexto se registra la bizantina discusión de si operan o no los grandes cárteles en la CDMX. ¿De verdad es un ángulo relevante? El hecho es que alguien abastece de droga, mucha droga, a la ciudad. La mariguana, la cocaína, el LSD y pastillas de todos colores llegan y se distribuyen con rapidez envidiable. Las narcotiendas se multiplican más rápido que los Oxxo o los Starbucks. Hubo un tiempo en que operaban en la clandestinidad. Hoy sólo les falta tener afuera un anuncio luminoso.

Parecía que concluiría la administración Mancera-Amieva de la peor manera posible en materia de narcomenudeo, pero agentes de la Policía Federal hicieron el trabajo, consiguieron dar un golpe trascendente: capturar, sin disparar un solo tiro, como es el propósito del programa Escudo-Titán, al Betito, cabeza de la banda denominada Unión Tepito, tristemente célebre. Antes, hace unos meses, infantes de Marina liquidaron al Ojos en Tláhuac. Las fuerzas federales dan golpes importantes, mientras que los policías capitalinos ven crecer el problema. ¿Por qué su pasividad? Tepito es un centro de venta de drogas y armas. Se conocen los domicilios que operan como picaderos. La Policía conoce todos los detalles pero sólo actúa muy de vez en cuando, para taparle el ojo al macho.

Algo más: la Comisión Nacional de Seguridad ha mostrado, sin espacio para la duda, la utilidad de que el Estado mexicano tenga un órgano de Inteligencia que le permita cumplimentar órdenes de captura y presentar a delincuentes, incluso los más peligrosos, ante un juez y fortalecer así a las instituciones.

 

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@soycamachojuan

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