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La otra enfermedad incurable



Muy amplia es la clasificación de las enfermedades en la ciencia médica: curables, incurables, crónicas, degenerativas, infecciosas, endémicas, epidémicas, físicas, mentales, progresivas, mortales; en fin, gama infinita de los dolores humanos, de las debilidades, de la morbilidad y de las muchas causas de nuestro seguro camino hacia la tumba, porque esa es la única certeza.
 
Pero ahora cuando nos vemos en estas condiciones sociales de amplísima epidemia, pandemia mundial, brota otro mal: la “hybris”, descrita ampliamente (entre otros) por David Owen, quien como todos sabemos, fue ministro del Exterior de la Gran Bretaña, y médico (como dicen en Francia), “par lui même”, con una gran investigación sobre la enfermedad del poder.
 
--Las frases entre comillas (“Perfil”), están traducidas directamente del texto de Owen.
 
“…Los políticos víctimas del hybris tienen una propensión narcisista a ver la realidad como una arena en la que pueden ejercer el poder y buscar la gloria”. 
 
“Se comportan de manera impulsiva, creen ser infalibles, hablan de sí mismos usando el plural mayestático “nosotros” o en tercera persona, como si fuesen voceros de un “presidente” a quien admiran. 
 
“Se sienten responsables de un modelo o de una misión histórica, que los pone por sobre la ética que rige para la gente común, pero no para ellos, que encarnan la historia. 
 
“Cuando Bush y Blair manipularon la información y mintieron acerca de las armas químicas, no creyeron que cometían una falta, por la trascendencia de los fines que perseguían. 
 
“Creían que no debían rendir cuentas a la opinión pública, sino solamente ante el tribunal de la historia y de Dios que les glorificarán”. 
 
“Los afectados por el hybris creen que son el centro del universo y que todos conspiran en su contra. Cuando el 11S Bush declaró “seguiremos defendiendo la libertad y todo lo bueno que existe en este mundo... Este enemigo ha atacado a todos los pueblos amantes de la libertad... ”. 
 
“Para ellos todo lo que existe participa de la lucha entre ellos, que son el bien, y sus enemigos imaginarios o reales, que son el mal. Tratan de concentrar el poder que pueden, pero al mismo tiempo se presentan como víctimas potenciales de personas u organizaciones misteriosas…”
 
Cuando releía estas frases me topé de pronto con una entrevista a Porfirio Muñoz Ledo, en la cual –a su vez— hace una pregunta un tanto tautológica en torno de la conducta presidencial en torno del golpe parlamentario con cuya culminación esta legislatura pasará a la historia por su auto demolición. Dice PML:
 
--¿Para qué quiere el presidente más poder?
 
Pues para eso, para tener más y cada vez más.
 
¿Por qué atesora el avaro y se harta sin saciarse el goloso? ¿Cuánto quiere fornicar el lujurioso? ¿Cuándo deja de robar el ladrón? No hay límite. La enfermedad consiste en eso, precisamente. Más y más. 
 
La breve historia de este gobierno ha sido precisamente eso: una paulatina e incesante cosecha de poder personal. Ya sea mediante los “superdelegados”, la cancelación de programas fuera de su dominio, la catarata informativa matutina,  la absorción de facultades como jefe  de las fuerzas armadas, la exhibición pública en la picota mañanera, el sometimiento de los relativamente autónomos órganos constitucionales (CNDH, INAI, CRE, etc.) y la traílla del dinero mediante recortes y austeridad.
 
Eso por no hablar del fomento a los “programas sociales” cuya naturaleza electoral es tan obvia como para no requerir demostración. En esas condiciones el poder presidencial ha crecido como nunca.
 
Muchos lo comparan con los tiempos del PRI cuyo presidente era un emperador. Aquella la dictadura perfecta. Un sistema cuyo olvido llegaría con la democracia. Pero no llegó la democracia; llegó esto. Un  amasijo de apariencias y frases incesantes, detrás del cual salta la “hybris”.
 
Esta enfermedad ocasionada por el intemperante ejercicio del poder (sólo se sacia, como una adicción, con dosis mayores),  ya había sido advertida en Roma.
 
Tanto como para ponerle al divino César un siervo cuya advertencia lo quería bajar al suelo y decirle al oído: eres humano y eres mortal. 
 
“Memento mori…” Recuerda; vas a morir.
 
LOZANO
 
La COPARMEX impulsó la militancia del “Maquío” Clouthier. Sabemos las consecuencias. 
 
También fomentó el ejercicio político de Carlos Abascal y ahora –en los peores momentos conocidos entre el gobierno y el Sector Patronal –la minoría rapaz--, incurre en el ridículo más hilarante de estos días: Gustavo de Hoyos, recula (¿reculador, reculante, o como?) con el nombramiento de Javier Lozano como vocero y asesor. 
 
--¿Ni para eso tienen fuerza?  Como dijo el cocodrilo: aquí nomás de hocicón.
 
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