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De violencia criminal y otras cosas



El reciente desfile de mujeres sustituidas a la hora verdadera por hombres, en una maniobra chiapaneca conocida como “Las manuelitas”, en memoria y comparación de aquellas “Juanitas” cuya misión consistía en simular una satisfacción de la cuota de sexo (femenino), se ha llamado “violencia política”.

Violencia contra la mujer, claro está. Al menos en la claridad del lenguaje políticamente correcto.

Pero más allá de esta comodidad para disfrazar la desvergüenza de andarse alquilando para simulados procesos electorales (en algunos casos), hay otra violencia política de la cual nos deberíamos ocupar con más atención, porque en este país los asesinatos políticos o los delitos relacionados con esta forma de atemorizar a todos —la cual a veces se queda en el plano de las amenazas o los amagos…—, siguen sin freno en los días recientes.

Al menos en ese terreno no se ha sentido el aterciopelado paso de los días en el marco general de una transición ordenada, a pesar de cualquier detalle grotesco, como el caso —por ejemplo— de Manuel Velasco.

Una lectura del Informe de Etellekt sobre violencia política (presentado ayer en Estrictamente personal), es suficiente para darnos cuenta de cómo el “México bronco” no ha regresado al plácido sueño de hace ya mucho tiempo. Seguimos en el baño sangriento. Mire usted:

“…Durante los últimos 12 meses, de acuerdo con el Indicador de Violencia Política de Etellekt, entre el 1° de septiembre de 2017 y el 31 de agosto de 2018, han ocurrido en todo el país al menos 850 agresiones y 175 asesinatos en contra de políticos.

“Los altos niveles de violencia política han persistido de igual forma en el actual periodo de transición posterior a los comicios del pasado 1 de julio.

“Desde el 2 de julio y hasta el 31 de agosto, han ocurrido 63 ataques y 21 homicidios dolosos contra políticos, de los cuales, cuatro eran representantes y autoridades recién electas.

“A lo largo de estos 12 meses destaca además un dato esencial identificado por el Laboratorio de Casos de Etellekt, para entender las causas que han motivado los atentados contra políticos y candidatos en las elecciones concurrentes de 2018.

“De las 850 agresiones analizadas en este periodo, el 81 por ciento se han dirigido en contra de opositores a los partidos y coaliciones gobernantes en las 32 entidades de la república.

“Lo anterior significa que la violencia política transita por una ruta distinta al actual clima de inseguridad y homicidios por rivalidad delincuencial”.

Este dato es sumamente significativo porque permite separar las cifras y no atribuirle todo a la misma fuente de delito. Ya no es parte de un todo, es una parte determinada de antemano con propósitos bien precisos.

Así como hay crimen organizado, en general, hay crimen político organizado en particular. Y eso es sumamente grave, como si gravísima no fuera, más allá de su ocupación, oficio o puesto público, la muerte de cualquier persona. Es el principio de una “política criminal”, para ocupar los legítimos espacios de la conducción pública.

Sigamos con Etellekt:

“…En el Informe de Violencia Política de este mes, se presentan tres nuevas variables contextuales para conocer su grado de correlación con el número de agresiones en contra de políticos y candidatos observadas en el pasado proceso electoral 2017-2018, el más violento de la historia moderna de México, el cual concluyó con un total de 48 candidatos y precandidatos asesinados.

“Cada una de estas correlaciones permite reconocer el grado de influencia que ejercen los diversos contextos de seguridad (homicidios dolosos), competencia política y pobreza sobre los niveles de violencia política registrados en las 32 entidades del país y en al menos 440 municipios, durante todo el proceso electoral 2017-2018.

“El número de agresiones contra políticos en las 24 entidades donde se llevaron a cabo elecciones municipales, toda vez que el 75 por ciento de las agresiones contra políticos se concentró en este ámbito de gobierno, fueron correlacionadas con las siguientes variables:

1) Tasa de homicidios por cada cien mil habitantes.

2) Porcentaje de margen de votación entre primer y segundo lugar en elecciones municipales.

3) Porcentaje de población en situación de pobreza.

“Estas variables fueron sometidas a correlaciones estadísticas lineales, encontrando una muy baja relevancia explicativa en la crisis de homicidios dolosos en México y en los márgenes cerrados de votación en las elecciones de carácter local.

“La primera correlación arrojó un coeficiente muy débil de 0.12, lo cual significa que las altas tasas de homicidios dolosos no inciden en el crecimiento de las agresiones contra políticos. Por ejemplo, existen entidades con tasas de homicidios muy elevadas como Baja California Sur, y casi nulos registros de violencia política.

“Sin embargo, se pudo encontrar una relación más significativa entre las agresiones contra políticos y el porcentaje de población en pobreza en las 24 entidades donde se realizaron elecciones para renovar sus ayuntamientos, con un coeficiente de 0.55, Lo que significa que aquellas entidades con altos porcentajes de población en situación de pobreza, experimentaron los mayores niveles de violencia contra políticos y candidatos”.

 

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