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La usurpación obligatoria



Si la usurpación de funciones y responsabilidades es un delito, la señora regenta de la Ciudad de México, Doña CSP, ha impelido a sus subordinados (de quienes dispone como si fueran peones de hacienda o lacayos de la corte), a cometer diez mil delitos.

Bajo el término “Usurpación de funciones públicas” se define el consistente en el ejercicio de actos propios de una autoridad o funcionario, atribuyéndose carácter oficial, careciendo de tal condición. No se pueden ejercer labores de seguridad pública sin pertenecer a los cuerpos con ella relacionados.

Y por si no fuera suficiente, a ponerlos en riesgo de agresión cuando se les envió —como inconformes escudos humanos— en son de paz y con playeras útiles para identificarlos a distancia como blancos potenciales de los vándalos intocables.

En la ya larga lista de torpezas de la señora regenta (el verdadero poder lo tiene en esta ciudad el Ejecutivo Federal, a través de una representante siempre recargada en el Palacio Nacional), el fallido cinturón de paz queda para la antología.

El otro cerco, el cual podríamos llamar el cerco carpintero, está inspirado en el mejor “trumpismo” tropical: resolver las cosas con muros y cercas, Todo rodeado de tablones: Reforma, Avenida Juárez, los edificios de importancia histórica o artística y hasta los carentes de tan notable significado.

El Palacio Nacional enrejado desde los tiempos de Felipe Calderón y Enrique Peña, hasta quitarle dos o tres carriles al circuito del Zócalo y liberado, después, por la cercanía popular del nuevo gobierno y su oferta transformadora; de nuevo rodeado por las vallas como prueba de la incapacidad para un efectivo y legal control de la multitud.

“Háblale al carpintero, ahí viene los vándalos…”, como quien pone tablas en las ventanas ante la llegada inevitable del ciclón.

Llamarles héroes a los compañeros “compañerísimos” (una regresión reminiscente de asambleísta del CEU), es una desmesura. No son héroes los acarreados al fallido control de la masa gritona y lapidaria, en todo caso son víctimas del capricho de un gobierno altivo y desconsiderado, cuya operación política consiste en mover a las personas como si fueran canicas en un tablero de damas chinas.

Si no existiera la amenaza presidencial de acusar a los vándalos “anarcoconservadoresreaccionariosadversarios”, ésta sería la peor declaración de los últimos meses.

Y vaya si hay tela para cortar en los últimos días y si se permite la digresión, pues apenas los afanes mariguanos de Mario Delgado o las metidas de pata de la contadora de Yeidkol, quien gracias  a una torpe contable se ahorró casi veinte millones de pesos. Una contadora así no la tiene ni Obama.

Por eso cuesta mucho trabajo entender la razón de este ramillete de entusiastas flores con el cual el Señor Presidente saludó la mañana capitalina y de paso le sobó la cabecita a su discípula favorita y potencial sucesora.

— ¿Qué respondería a las críticas que dicen que se expuso a estos trabajadores del Gobierno de la Ciudad de México?

—Había algunas agresiones en contra de ellos, algunos tuvieron que quitarse las camisas, esconderse, porque estos grupos los atacaban.

—¿Qué responder a estas críticas?

—Pues que siempre van a criticar nuestros adversarios.

— ¿Pero se expuso a los trabajadores?

—No, porque nadie iba a responder a una provocación; y es el supuesto, o sea, es el querer que algo suceda. Es lo que les comentaba yo: si la ensartas, pierdes; y si no la ensartas, perdiste. Nada de gravedad, nada de gravedad.

—¿Por qué no se revisa qué pasó el año pasado y los otros años?

—…si nos guiamos por lo que opinen nuestros adversarios, y en particular los conservadores, pues no les va a gustar nada; sin embargo, yo tengo —ahora sí— otros datos y tengo la información, y les puedo decir que salieron muy bien las cosas.

“Nuestros adversarios se frotan las manos, pero siempre se quedan con las ganas, les da ansia, no pueden. Imagínense eso.

“¿Qué seriedad puede haber en un planteamiento que supone un riesgo para quienes de blanco buscan que no haya violencia?

“Esos mismos, si en vez de ciudadanos vestidos de blanco fuesen granaderos, ¿qué dirían?, y si hubiesen golpeado los policías a los manifestantes: ‘represores’. Están muy desesperados los conservadores”.

Los vestidos de blanco, salieron a la carrera en el striptease de sus camisetas blancas, protegidos por ¡los granaderos! Y sin el regaño o el tirón de orejas de sus mamacitas para nadie.

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