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Edomex, la última carta



Debido a sus dimensiones, su tradición en la ortodoxia política nacional, la existencia del mítico grupo de Atlacomulco (hoy en el Poder Ejecutivo), su capacidad industrial y su incalculable riqueza, el estado de México es la pieza mayor del sistema político priista. No es la joya; es la corona misma.

Y no es aventurado decirlo: perdido Veracruz, sólo le queda al PRI para seguir en una competencia medianamente pareja, ganar el estado de México. Si ahí resulta derrotado su continuidad en Los Pinos quedaría absolutamente amenazada.

--Si cae Toluca dijo alguien, caen Los Pinos.

Pero el problema es ahora muy serio. Díganlo como lo digan los priistas, hoy la candidatura resulta altamente compleja. No se ve nadie en la caballada y quienes se ven, no son competitivos. Explico.

El candidato pactado desde hace seis años es Alfredo del Mazo Maza (cuyo padre por cierto ha pasado por graves problemas de salud en estados Unidos). Cuando Enrique Peña estaba en el gobierno local, Del Mazo se había apuntado tras su gestión en Huixquilucan. Eruviel Ávila aspiraba desde Ecatepec.

Ávila amagó con una renuncia para dar el “monrrealazo” y arruinar o al menos ensuciar o complicar la carrera de Enrique Peña hacia Los Pinos. La “nomenklatura” pactó la sucesión de Peña pero también la de Eruviel. Hoy vas tui, pero en seis años va Alfredo.

Y así era en los tiempos del entusiasmo peñista. Hoy las cosas son distintas. Eruviel ha construido una imagen distinta y aspira a la candidatura presidencial. Por eso algunos lo miran como un posible sucesor de Manlio Fabio Beltrones en la presidencia del PRI, donde adquiriría presencia nacional e impondría a su candidato a la sucesión en el Edomex.

Alfredo del Mazo, cuyo apellido de estirpe política (desde su abuelo y su padre, todos en la silla) resulta por ese mismo atributo sumamente endeble como promesa, verá pasar de lejos la candidatura. El simple anuncio la acarrearía un alud de críticas. Su cercanía con Enrique Peña, cuya popularidad no es la misma de antes, resulta su principal lastre.

Por esa misma razón Carolina Monroy se quedará fuera.

Pero quedan otras posibilidades. Una de ellas es Ana Lilia Herrera cuyos méritos son amplios, su trayectoria reconocida ay su reputación intachable. Pero eso no es suficiente para ganar una elección si “huele” a favoritismo presidencial. Hoy son demasiados los francotiradores.

Así pues hay otros prospectos. Algunos ven a Luis Videgaray, pero es un chiste cruel. Otros a Carlos Iriarte, quien actualmente es diputado federal y trabaja, desde la presidencia estatal del PRI, como es lógico acorde a las aspiraciones de Eruviel, su jefe y amigo.

Vea usted:

“El próximo año vamos a una elección estatal donde nuestra carta fuerte es el desempeño del gobierno emanado del PRI, que es el gobierno de Eruviel Ávila Villegas, un hombre sensible, con capacidad de gestión y de acuerdo, y con otro mexiquense, que es también nuestro gran referente de trabajo y entrega, el presidente de la República, Enrique Peña Nieto.

“Nuestro gobernador construyó su plataforma política abanderando las causas sociales, tomándolas como suyas, construyendo a través del diálogo y el encuentro, trascendiendo en temas de educación, salud e infraestructura, lo cual le está dando viabilidad al desarrollo económico del estado y oportunidades para muchas y muchos mexiquenses”, refirió.

“Agregó que es así como trabaja el PRI a favor de la gente y refrenda la confianza ciudadana día con día, porque para este priista, forjado en la cultura del esfuerzo con más de 25 años en el servicio público y en las tareas partidistas, “la sociedad siempre deposita su confianza en quien le da resultados, y el Revolucionario Institucional es un partido que le brinda respuestas, es solidario, se esfuerza, compromete y cumple de manera puntual”.

“Política basada en la cultura del esfuerzo. Cuestionado sobre lo que significa para los priistas la cultura del esfuerzo, Iriarte Mercado la definió como esa vocación de servicio, “que lleva a buscar alternativas para desarrollarte en lo personal y profesional, pero sobre todo, que forma parte de un esfuerzo colectivo que conduce al individuo a fortalecer sus habilidades y a reconocer sus limitaciones.

“La cultura del esfuerzo es dedicación, permanencia, decisión para conseguir objetivos basados en valores como la disposición, la perseverancia, la constancia, sabiendo que origen no es destino, si te decides puedes transformar tu desarrollo personal, el de tu comunidad y así servir a tu país”, indicó”.

--¿Usted cree en este discurso rancio, sumiso, del PRI de los años 40 podrá interesarle a alguien?

Yo no.

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