Martes 19 de Marzo, 2024 - México / España
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Los medios en la arena; la arena de los medios



Sin expresa petición de nadie, teoricemos un poco sobre la naturaleza de los medios de comunicación. El reciente conflicto en MVS obliga a plantear algunas preguntas y ensayar algunas respuestas. 

En teoría, y sólo en teoría, los medios de comunicación, a los cuales llamaremos impresos y electrónicos (solo para fines de separación analítica) son expresiones sociales autónomas. Es decir, los ciudadanos crean sus mecanismos de comunicación entre ellos. Nada más erróneo.

La información genera opinión y conciencia.

Ambas son herramientas necesarias para la persuasión o la inducción política. Por eso, a fin de cuentas, el periodismo no es una actividad social (o no sólo es social) sino una obra política. Todas las corrientes ideológicas del mundo han tenido sus evangelistas, sus cronistas, sus voceros, sus escritores y sus periodistas.

La política se puede hacer de muchas formas, pero no puede hacerse en silencio. Necesita voces y altavoces. No hay política sin discurso ni discurso sin medios para propagarlo, para hacerlo llegar a quienes se quiere convencer o emocionar.

En ese sentido los medios electrónicos, por su amplitud y cobertura (ahora cada vez más con los sistemas digitales y las redes sociales), divulgan de manera instantánea mensajes cuya duración suele ser proporcionalmente efímera a la velocidad de su dispersión. Por tanto requieren de inmediata sustitución.

La opinión se modifica (antes de ser materia de reflexión profunda); es decir, cambia de modo y de moda.

Pero al mismo tiempo los medios son empresas mercantiles. Su “producto” es intangible y ubicuo: información, seguida de opinión. Análisis y orientación del análisis.

Y en ese terreno se presentan los sesgos, las intenciones, los encargos o las militancias.

El periodismo necesita dinero para hacerse y dinero para sostenerse. Y es ahí donde comienzan las verdaderas discusiones sobre su naturaleza y, sobre todo, la función de sus contenidos.

Los medios electrónicos operan mediante concesiones gubernamentales, lo cual les crea un vínculo si no de dependencia, sí de constante supervisión. A veces de amago. Si la ley se aplicara a rajatabla, todos se quedarían mudos.

Los medios escritos no tienen esa circunstancia, pero tienen otro vínculo de dependencia: la publicidad oficial, mano munificente o cicatera –según el caso— cuya generosidad selectiva nunca ha sido ni reglamentada, conocida a fondo o justificada y la cual se usa para premiar o castigar según el viejo apotegma: “no pago para que me peguen”.

Eso explica la reciente tormenta en Baja California sobre el boicot publicitario del gobierno a los diarios del grupo Healy, propietario de los diarios “La Crónica” y “Frontera”.

Pero la “creación” de la información casi nunca es obra de los propietarios de los medios sino de los trabajadores de los medios, quienes en ocasiones se sienten tentados a considerarse dueños del medio para el cual trabajan (o por lo menos actuar a favor de sus intereses –legítimos o no—, por encima de los intereses –legítimos o no—, de los dueños) y entonces la ruta del conflicto se abre paso.

No importan tanto, en esos matices, las consideraciones jurídicas de los contratos. Importan las intenciones políticas.

Esa es la raíz del reciente conflicto entre MVS y su periodista estelar. Un choque más, alentado por el aura de inmunidad contractual de la conductora Carmen Aristegui, reinstalada hace meses en medio de un regreso triunfal con arcos floridos y fanfarrias, en merma de la autoridad del concesionario, como ahora se prueba.

El nuevo problema (el mismo en el fondo, ¿quién manda aquí?) roza campos espinosos.

Eduardo Sánchez, apenas colocado formalmente como responsable de la Comunicación Social de la Presidencia de la República fue, durante mucho tiempo, empleado del consorcio de la familia Vargas.

No faltará quien quiera trazar una línea: su presencia sugiere (para quien así lo quiera) una venganza desde Los Pinos, por el descubrimiento de la casa de la señora Angélica Rivera y los demás escándalos inmobiliarios, entre otros, de los cuales todo mundo sabe y una actitud de permanente hostigamiento a la figura presidencial, especialmente por los colaboradores más pugnaces de la emisión matutina, favorita de una buena parte de la audiencia “informada”.

Hoy las cosas se quedan en un “impasse” por el pequeño puente.

La creación de una plataforma (ahora a cualquier cosa se le dice plataforma) de noticias incómodas y revelaciones estrepitosas llamado “Mexicoleaks”, desarrollada por reporteros de MVS, adscritos al equipo de Aristegui noticias (una firma en el ciberespacio por sí misma) en seguimiento del ejemplo papal de Julian Assange, permitía la confusión de intenciones entre la periodista y la empresa. La mano izquierda no sabía los quehaceres de la derecha.

Por escrito y de viva voz, en tono airado, MVS se deslindó de las filtraciones anunciadas y cesó a quienes usaron sus instalaciones y sus emblemas para promover, desde sus instalaciones, obra e intenciones políticas ajenas. Poca cosa en verdad: la defensa de la propiedad industrial no da para tanto. Más bien se castiga la libre circulación en sentido contrario por la carretera principal o el aprovechamiento del carrusel principal para subir caballitos ajenos y la adjudicación implícita de intenciones no compartidas.

Y en el punto actual (o hasta cuando esto fue escrito) la confrontación. Reinstalen a los despedidos o…

—¿O qué?

La pregunta es muy compleja: ¿utilizará la conductora (como ya ocurrió con su despido de hace tiempo) los micrófonos, para exhibir políticamente al dueño de ese consorcio por haber impuesto la disciplina en su empresa? ¿Seguirá exponiendo el asunto como la agresión contra el derecho universal de la libre expresión, ahora simbolizado por ella y nada más por ella?

En estas condiciones nadie sabe si este asunto se va a resolver o va simplemente a desembocar. Su naturaleza lo mete en un terreno pantanoso en el cual toda salida lleva a otro laberinto.

 

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Pero no todo en la vida es materia de conflicto. También hay espacios para el pensamiento, el arte y la cultura.

En ese sentido es notable el impulso del gobierno de Coahuila por una expresión casi siempre puesta en la segunda línea: la danza, al arte coreográfico.

En ese sentido se anuncia el Segundo Encuentro Nacional de Danza, en la semana del 26 de abril hasta el 2 de mayo, en Torreón.

En conferencia de prensa en el Palacio de Bellas Artes, el Gobernador Rubén Moreira, anunció el encuentro y firmó un convenio de colaboración y coordinación para preservar y difundir el patrimonio cultural, histórico y artístico de Coahuila de Zaragoza, además del recientemente instituido Premio Nacional de Danza “Guillermo Arriaga”.

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