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Comisiones, comisiones y comisiones…



Durante siglos México fue el país de los planes. Los de Ayutla, San Luis, Sexenal, de Guadalupe, de Desarrollo (también  sexenales); de Agua Prieta, de La Noria, de Ayala; en fin… Hoy es el paraíso de las comisiones.

Las hay —como en las boticas— de todo y para todos.

Algunas hechas para reprender al Estado desde el Estado, como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, y otras para proveer servicios existentes (Federal de Electricidad) o en favor de los Usuarios de los Servicios Financieros o el desarrollo de las zonas forestales, áridas; el uso hidráulico, el apoyo a víctimas; la energía nuclear o los asuntos indígenas.

La lista de las comisiones es tan grande como a la larga su inutilidad, en muchos casos, excepto si se les mira como amortiguadores del desempleo.

También tuvieron una utilidad en el desaparecido afán de compensar el poder gubernamental.

Pero eso ya ha desaparecido como parte de la Cuarta Transformación: Andrés Manuel López Obrador no quiere competidores en el ejercicio del poder, ni nadie capaz de tirarle la manga cuando decide en un sentido o en otro, sin límites más allá de su infalible deseo, de su acertado diagnóstico.

Por eso las comisiones autónomas no van a desaparecer, van a ser fagocitadas por los emisarios del Gobierno, quienes desde dentro les quitarán su naturaleza regulatoria del ejercicio público. Las van a llenar de paleros, pues.

Pero es tan notable este auge de las comisiones, como para hablar de una “comisionitis”. El primer acto de gobierno de AMLO fue crear una comisión: la de la verdad. Ahora crea “la madre de todas las comisiones”.

Cuando aún no terminaba de caer el confeti de la fiesta ­inaugural de este gobierno y todo era jolgorio celebratorio, el 3 de diciembre (oratorio y reclinatorio), el Presidente dispuso de esta manera el primer acto de ejercicio de su pleno poder: creó una comisión.

“ (3.12.18).- El presidente Andrés Manuel López Obrador firmó esta mañana, frente a los padres de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa —que previamente arribaron a Palacio Nacional—, su primer Decreto Presidencial, que es para crear la Comisión de la Verdad.

“Ofreció justicia, y llegar a la verdad; dar todas las facilidades y que “la autoridad competente  sería la Fiscalía General (aun acéfala en esos días), la cual constituya esta comisión”.

Pues la comisión ya está instalada desde cercano tiempo y los avances son tan visibles como las alas de un colibrí suspendido en el aire. Nada más allá de lo hecho por la CNDH, la OEA y la PGR, excepto anunciar un nuevo comienzo de lo ya avanzado.

Sin embargo, el problema de las desapariciones, forzadas o por otras causas, en México es mucho mayor. No son sólo los célebres 43 “ayotzinapos”, mundialmente conocidos; son más de 40 mil, según se ha dicho en una contabilidad tan especulativa como imprecisa.

Pero para localizar a esos 40 mil desaparecidos y quizá 20 o 30 mil más restos de personas no identificadas en una también imprecisa cantidad de fosas clandestinas o entierros sin rigor reglamentario en cementerios sin ley ni orden, el Gobierno ha dispuesto otra comisión, ésta de alcances amplísimos, con todo el dinero imaginable, sin límite de fondos, en cuya operación deben intervenir (ha dicho el Presidente), todas las instancias del gobierno.

Así lo ha anunciado y comprometido:

“…Y vamos a dedicar todo lo que se necesite, el Estado mexicano se va a dedicar a la búsqueda de los desaparecidos. No sólo es asunto de una Comisión, que ya se integró, que estoy seguro lo van a hacer muy bien, sino es una responsabilidad de Estado, es decir, todas las instituciones, todo el Gobierno.

“Ése es el compromiso, que no falten los recursos, no hay límite presupuestal, no hay techo financiero, es lo que se requiera.

“Estamos haciendo un gobierno austero, sin lujos y vamos a ahorrar, y lo que se obtenga, lo que se libere por la austeridad, se va a destinar a esta justa causa de encontrar a los desaparecidos. Aquí ya se han hecho compromisos que vamos a cumplir y les vamos a dar seguimiento.

“Se necesita con urgencia lo de la identificación y de todo el sistema forense…”

NAPOLEÓN

Ignoro cuándo lo dijo, pero se le atribuye a Napoleón (no confundir con el senador Gómez Urrutia), un buen consejo para el ejercicio del poder:

“Si quieres que algo sea hecho, nombra un responsable; si quieres que algo se demore eternamente, crea una comisión”.


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