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La ley para los amigos



Gracias a la costumbre nacional de confundir lo visible con lo importante o significar lo anecdótico por encima de lo esencial, hemos vivido una confusión en torno del caso de Paco Ignacio Taibo II como si lo importante de los hechos fuera su  designación por encima de sus expresiones soeces, y no la trampa a la ley realizada por una docilidad legislativa en favor de un amigo del presidente de la República.

Yo no dudo de los talentos del señor Taibo para ocupar la dirección del fondo o para cualquier otro cargo similar a ése, como instalar tianguis de libros de saldo editorial por todas partes —como lo ha hecho durante mucho tiempo—, pero llevarlo al cargo mediante la maniobra de cambiar una ley (buena, mala, o anacrónica, pero jurídicamente válida y vigente) lo exhibe no como un hombre competente sino como un favorecido del capricho presidencial. El escritor queda por debajo del amigo. Y para el amigo, todo.

Hoy la frase famosa, cuya paternidad no se ubica claramente, pues oscila entre Juárez y Díaz (inventiva oaxaqueña en cualquier caso), “para los amigos, justicia y gracia, mientras que para los enemigos, la ley a secas”, ha logrado una transformación de cuarta: “para los amigos justicia y gracia y si es necesario, les cambiamos la ley a su conveniencia. Y a los enemigos, nada.”

La manipulación de la ley es una forma extrema de la corrupción. El corrupto omite el cumplimiento legal mediante un  túnel. Pasa por debajo o a veces por un puente por encima, pero al menos se toma el riesgo de ser sorprendido. En  este caso el cinismo es absoluto: no se incumple la ley; simplemente se la desaparece.

Sería injusto decir: estas cosas no ocurrían antes. Claro, ­ocurrían, y sobradamente, pero hubo una corriente política cuyas promesa y oferta  fueron, precisamente, no incurrir más en estas cosas, en estos abusos, en estas burdas manipulaciones de la ley por las cuales se cambiaban hasta las edades límite para desempeñar un cargo o se abolían leyes o fracciones de ellas para favorecer a una persona impedida de origen.

Bueno  hubiera sido detectar la injusticia invocada en la ley de las entidades paraestatales sobre la oriundez de quien mereciera un cargo como el de Director del Fondo de Cultura Económica y corregirlo, pero para ser aplicado en el próximo gobierno,  no para favorecer a la trompa talega, a las volandas a un amigo del presidente cuyo talento lo ha deslumbrado hasta el punto de saltar por sobre  las promesas de no abusar del cargo, ni incurrir en compadrazgos, amiguismos o simple ­favoritismo palaciego y cortesano.

Hoy Taibo II debe sentirse íntimamente satisfecho porque su amigo ha removido el obstáculo la ley para favorecerlo. Es una muestra de compromiso, no se sabe si de arriba hacia abajo o de abajo hacia arriba. Pero su siguiente novela —con prólogo de Félix Salgado Macedonio,  quien lo podrá dictar, porque no sabe escribir— se podrá llamar: ¿No qué no, cabrones?

Y si el espectáculo de manoseo legislativo ha puesto en evidencia la ética del grupo parlamentario, no fueron menos grotescos los intentos de defensa del asunto. Los senadores confundieron el follaje con el árbol y le siguieron dando importancia a los dichos de Taibo II, sin reparar en las violaciones éticas a la legalidad.

Eso se llama corrupción a la luz del día y es una forma visible de prolongar el daño a las instituciones y operar políticamente en contra del estado de derecho al cual Morena ha dicho aspirar.

Pues quizá sea un anhelo, pero una cosa es eso y otra ofrecer señales inequívocas de irrespeto a la ley.

MASCULINO

Sin  llegar a  los extremos ya conocidos en México, la lideresa demócrata en la Casa Blanca, Nancy Pelossi, ha dicho: para el señor Trump el asunto del muro es una circunstancia asociada con su virilidad. El machismo furibundo de Trump, exhibido en decenas de ocasiones, se refleja simbólicamente  su incapacidad de recibir un “no” como respuesta en cualquier circunstancia.

“Para él —dijo Nancy—, es como una cuestión relacionada con  su virilidad. Como si la virilidad pudiera asociarse con la muralla”.

MONREAL

Lo dijo con todas sus letras en el programa de Raymundo Riva Palacio ayer en Foro TV: el Congreso podría promover juicios políticos para desaforar a los magistrados de la Suprema Corte cuya conducta impide el cumplimiento de la ley.

Los patos (o los gansos) le tiran a las escopetas.

 


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