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El ejército en la edad de piedra



Mientras en el mundo de la oratoria (lora-toria) el Señor Presidente les pide a los narcotraficantes y demás delincuentes, cesar sus ruines actividades para, al menos, darles paz a sus sufridas madrecitas, los manifestantes de cualquier causa o sin ella—cuya enjundia bloquea el Palacio Nacional y hasta impide el acceso a secretarios de Estado (en mal estado, como Javier Jiménez Espriú)— sufren la pena moral de recibir un tache.

Pero la realidad avanza su construcción: los soldados del H. Ejército Nacional —sin capacidad para usar las armas, por órdenes superiores—, regresan a la edad de piedra y se lían con pedruscos feroces contra los ciudadanos de Puebla, cuyo civismo custodia las bodegas del huachicol y otros productos de ilegal procedencia.

Cosas de la incongruencia nacional, como eso de acudir a ­Washington en busca de certificaciones migratorias de buena conducta —en plenas fiestas de la Independencia—, y presumir cómo en los pasillos de la Casa Blanca, Donald Trump tuvo el magnánimo gesto de palmear la espalda de nuestro señor secretario de Felaciones(sic) Exteriores, y decirle, ¡well, very well, boy…!

Diestros son los militares nacionales en la castrense disciplina de arrojar piedras contra quieres previamente los han agredido con palos y rocas. Con esas habilidades defensivas, a bordo de tanquetas o simples transportes verde olivo, no es necesario el dineral previsto en el presupuesto 2020 para las Fuerzas Armadas a las cuales la burocracia político demagógica ha condenado al penoso destino de actuar como “fuerzas desarmadas”.

Tanta artillería no es necesaria. Basta con enviar a cada cuartel varios costales con gordas matatenas de río y entonces emprender una lucha moderna contra los violadores de la ley.

El esbozo presupuestal, sin embargo, “ muestra que López Obrador quiere que las tres principales dependencias federales con tareas de seguridad —la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), la Secretaría de Marina (Semar) y la SSPC— cuenten con una bolsa total de 186 mil 737 millones de pesos para hacer frente a los problemas de inseguridad y violencia que padece México, los cuales han alcanzado niveles récord en los primeros meses de esta administración.

“Por dependencia, el gobierno plantea que la Sedena tenga 94 mil 028 millones de pesos, un incremento de 0.38% en términos nominales respecto de los 93 mil 670 millones de pesos que la institución tiene asignados para este año.

“El PPEF prevé además que la Semar cuente con 33 mil 557 millones de pesos, lo que representa un aumento de 4.59% en términos nominales en comparación con los 32 mil 083 millones de pesos que la Cámara de Diputados le aprobó para 2019.

“Para la SSPC, el gobierno de López Obrador plantea dotarla con 59 mil 150 millones de pesos con el fin de que pueda consolidar a la Guardia Nacional como un nuevo cuerpo de mando civil y formación militar que pueda contener al crimen y reducir los niveles de violencia en el país”.

Pues toda esa montaña de dinero es absolutamente irrelevante y poco útil si las Fuerzas Armadas no pueden actuar como tales. Si la política se acaba cuando aparece el fusil; no tiene caso sacar las armas a la calles solamente para exhibirlas como objetos decorativos. Si no se pueden usar ni siquiera las macanas, ni los toletes, ni se puede controlar a las multitudes porque se les tiene miedo a los calificativos de represión, pues entonces, como decía el tango, “enfundá la mandolina”; es decir, cierra y vámonos.

Los bien portados, en sociedad con los demagogos, han ganado la partida definitivamente. Al Ejercito sólo le queda la advertencia: actuaremos cuando se nos agreda.

Y el señor Secretario se cambia de nombre, le diremos, “¡Sí, Chucha, cómo no!…”

Ayer, por ejemplo, durante el bloqueo del Palacio Nacional— cuyos policías militares fueron apaleados hace días—, como anteayer el cerco al Palacio Legislativos, no hubo nadie para controlar la manifestación. Se trataba de un asunto local de la Central de Abastos, responsabilidad del gobierno de la CDMX, pero ni siquiera para exigir algo toman los capitalinos en cuenta a la señora Sheinbaum.

Van y se plantan en la sede del Ejecutivo y nadie se mete con ellos, experto para decirles así:

“Por cierto, hoy estuvieron los de la Central de Abasto, y que ya dejen de estar de groseros también, eso no está bien. También conozco a los comerciantes de la Central de Abasto, siempre muy bien portados, o sea, hoy se pasaron, tache”.

 

Twitter: @CardonaRafael
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