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El diablo y el establo



A mediados de este año escribí estas líneas. Las entregué para un libro cuya actualidad ha quedado rebasada por los hechos. Sin embargo, el ejercicio aún es válido. Creo. Juzgue usted:



“Al llegar la industria petrolera nacional a sus primeros 75 años de vida –“cambió la historia del país y aceleró su desarrollo”, según diagnosticó el presidente Enrique Peña Nieto—, los mexicanos, sin embargo, sostenemos con la máxima empresa nacional una relación de amor fanático o de censura incomprensible. 



“Obviamente, esta actitud de los mexicanos hacia Pemex (el acrónimo más famoso del mundo) tendría muchas explicaciones políticas, históricas y de varia naturaleza, pero por ahora y a reserva de lo subsecuente, propongo un ejemplo tomado de la mejor literatura latinoamericana: la empresa nacional es una mujer explotada por una abuela inclemente y desalmada quien la usa para la supervivencia de su caprichosa condición y además la maltrata tanto como la necesita. 



“…Y los veneros del petróleo, el diablo…”, nos hacían repetir en la escuela después del divino establo escriturado a México por el niño Dios como si la riqueza fuera el pesebre (quizá importante para los asuntos de la fe) y la maldición infernal fuera —paradójicamente—, la mayor y en muchos momentos de nuestra historia única riqueza, ésa por la cual se han vertido miles de galones de sangre, mientras la industria ponía en el mercado, en incesante extracción del mar y la tierra, en el mercado del mundo mil millones de millones de barriles de crudo con los cuales se movieron máquinas de trabajo y feroces maquinarias de guerra.



“México sin petróleo simplemente no podría ser. Nuestro rostro actual, sea cual sea el resultado del análisis final, se le debe al petróleo. En él nos hallamos, nos extraviamos y nos definimos. Le podemos robar a los antiguos una frase. Si el Popul Vuh nos hablaba del hombre de maíz, hoy sabemos nuestra composición final: hombres de maíz y chapopote. 

“Cada año, cuando se acercan los vendavales de marzo, con las parciales locuras heredadas de febrero el loco, la memoria nos lleva al año 38.

Los mexicanos hacemos todos un ejercicio de valoración y de una manera o de otra nos preguntamos cómo sería el país sin la riqueza del subsuelo, del suelo marino; del gas y la industria nacional, pero junto con ese satisfactorio y relativo optimismo de ver cómo la Nación ejerció su derecho, utilizó su fortuna y modernizó y dinamizó al país, se nos viene encima la pregunta, ¿cómo irán a ser los siguientes 75 años?



“Porque el reto actual no es celebrar una decisión visionaria y necesaria de tan benéficas consecuencias. Debemos dejar de leer nuestra acta de nacimiento y pensar en el futuro. 

“Por lo pronto las líneas generales de acción y cambio ya han sido expuestas a la nación por el Presidente de la República quien el 17 de marzo del 2013, dijo claramente en medio del festivo ambiente del septuagésimo quinto aniversario industrial: 

“…Así como en los tiempos del presidente Cárdenas se enfrentaron importantes desafíos para recuperar nuestros hidrocarburos, hoy, el sector energético, en su conjunto, enfrenta nuevos retos que deben atenderse con la misma audacia y la misma determinación.

“De continuar las tendencias actuales de producción y consumo, para el año 2020, México podría convertirse en un país estructuralmente deficitario en energía.



“Este escenario es grave porque limitaría el crecimiento económico y, con ello, la posibilidad de mejorar la calidad de vida de millones de familias mexicanas.

“Evitar que esto ocurra es una responsabilidad compartida. Depende, por supuesto, del gobierno de la república, pero también, de todas las fuerzas políticas: de los legisladores, de los trabajadores de Petróleos Mexicanos, de quienes trabajan en otra de las grandes industrias energéticas del país, como es Comisión Federal de Electricidad, así como de sus organizaciones sindicales.

“Celebro, por ello, que en el Pacto por México se hayan acordado compromisos específicos en favor del sector energético…

 “…Para lograrlo, requerimos cumplir tres principios estratégicos:



Uno. Eficiencia energética. Debemos incrementar la productividad y producción del sector. Asimismo, hay que incentivar un consumo más responsable e inteligente.



“Dos. Seguridad energética. Es indispensable tener la capacidad y los recursos que garanticen el suministro de energía a toda la Nación.

“En este sentido, informo a los mexicanos que al 1 de enero de 2013 las reservas probadas ascienden a 13 mil 868 millones de barriles de petróleo crudo equivalente.

“Estas reservas probadas aseguran la producción de hidrocarburos para México durante los próximos 10 años y nos colocan dentro de los 20 países con mayores reservas a nivel mundial.

“Por su parte, las estimaciones preliminares de Petróleos Mexicanos ubican el valor de las reservas totales del país, las llamadas reservas ‘3P’ (probadas, probables, posibles), en 44 mil 530 millones de barriles de petróleo crudo equivalente.

“Este volumen, que incluye las reservas probadas, probables y posibles, representa hasta 30 años de producción de hidrocarburos.



“Tres. Sustentabilidad energética. Es momento de transitar hacia fuentes de energía limpia que disminuyan el daño ambiental asociado a la generación de energía.

“Estos son los tres principios estratégicos que orientarán la política energética del Gobierno de la República y de manera particular, la necesaria e inaplazable modernización de Pemex”. 

“Si de la fecha de expropiación de la industria petrolera por la cual México obtuvo de golpe su mayoría de edad como Estado y logró, como dijo José Vasconcelos (en otros aspectos tan opuesto al general Lázaro Cárdenas), un notable e imperecedero motivo de orgullo e identidad nacional, sin esta expropiación México no habría contado con esta industria, sus filiales y la concurrencia industrial para su actividad, y estaría hoy hundido en la peor de las condiciones imaginables. 

“Toda la infraestructura nacional posee un amplio componente de petróleo, o ha sido hecha, mejor dicho, con los recursos proveídos a la hacienda nacional por el comercio del petróleo.

“Pero quizá el orgullo nacional y aun la utopía nacionalista —como algunos han llamado a esa reivindicación nacionalista del cardenismo agrario, educativo y petrolero—, eran indispensables en las décadas de los años 30 y los 40 del siglo pasado, hoy su ejercicio equivalente se debe dar en la agilidad soberana en medio de la globalización, la competitividad en auge; la nueva división del mundo, el nuevo monetarismo y el surgimiento de potencias en aquel tiempo aletargadas, como China para no ir demasiado lejos, aunque cuando se habla de Oriente siempre se va demasiado lejos en la geografía y a un paso en la globalidad. 

“México ha abierto, desde las elecciones presidenciales del 2012 una nueva ventana hacia el futuro…”.

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