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Exhibiciones, espionaje y otros chismes



Sin conocerse bien a bien el beneficio real de la grosera exhibición de nombres y firmas tanto de morosos como de evasores y defraudadores fiscales extrañamente ilocalizables, como no sea la morbosa imposición de un modero Sambenito, la Secretaría de Hacienda se ha metido en un brete jurídico del cual saldrá, como siempre bien librada, pues si no gana los juicios contra deudores mayores, vence cuando se trata de asuntos genéricos, especialmente cuando no se ha presentado el guapo cuya audacia confronte la ley fiscal contra la Constitución y pruebe lo atentatorio de tales publicaciones.

La Constitución establece claramente la prohibición de penas cuya consecuencia sea el descrédito permanente. Lo dice en su artículo 22, el cual cito a la letra:

“Quedan prohibidas las penas de muerte, de mutilación, la infamia, los azotes, los palos, el tormento de cualquier especie, la multa excesiva, la confiscación de bienes y cualesquiera otras penas inusitadas y trascendentes”.

Obviamente la publicación de los nombres de infractores no es una pena de este tipo, pero esencialmente resulta en una degradación pública. La exhibición de una falta y aun de un delito, es una pena adicional. La infamia es, en sentido amplio, quitarle a una persona “la fama, honra y estimación” –dice el lexicón—, y si le hemos de hacer caso a la literatura, cuando Gabriel García Márquez le hace decir a uno de sus personajes en El amor en los tiempos del cólera, “resulta peor tener mala fama a tener mala suerte”, debemos considerar la repercusión de semejante acto.

Nadie estaría conforme si a los evasores no se les persiguiera de la manera como la ley dice. Pero la ley por medio de la cual se autoriza la divulgación de su nombre y la consecuente disminución de su fama, credibilidad y demás valores sociales, es –obviamente—, una ley contraria al espíritu de la constitución y el derecho a la intimidad y a algunos otros matices de los Derechos Humanos.

No importa si se hace con “personas físicas” o con los representantes de “personas morales”. A fin de cuentas la exhibición es un añadido innecesario y abusivo, cuya práctica no genera mayor eficacia fiscal y sí por el contrario, ofrece más motivos de irritación en una sociedad de por si alterada.

Es la política del administrador del condominio cuyo último recurso consiste en un pizarrón con el nombre de los morosos en el pago del mantenimiento. Ni pagan y el cartel se hace viejo.

PAN PODRIDO

Hace algunos años el distinguido militante panista (calderonistra) Juan Molinar me decía entre jactancioso y divertido:

—En el PAN nos peleamos duro. Las paredes chorrean sangre, pero nada trasciende hacia la calle. Nada se sabe. Lo arreglamos todo entre nosotros”.

Quien sabe si eso haya sido tan cierto después de aquella batalla entre los doctrinarios y los no tan doctrinarios –por no hablar de purgas anteriores y luchas intestinas, ajenas a la “escaramuza electoral” de la cual los prevenía Gómez Morín) y cuyo resultado fue la salida del PAN de varios distinguidos militantes de entonces, entre ellos Bernardo Bátiz, por ejemplo, pero los hechos recientes nos muestran un partido tan conflictivo como cualquiera otro (en el PRI acaban de echar por ratero al presidente en Morelos) y por supuesto del todo alejado de los principios de “moralidad” con los cuales navegaron durante tantos años, cuando “bregar la eternidad” era el cursi consuelo ante la falta de oportunidades para “medrar con la realidad”.

Pero cuando pudieron medrar con ella, no hubo cuchara tan grande como para la dimensión de sus apetitos. La corrupción en Petróleos Mexicanos y en otras áreas fue algo de escándalo mayor. Y no lo nieguen, parte de su desastre electoral se debió a la forma como alcaldes, secretarios y hasta los habitantes de la Casa Presidencial se echaron encima del oro derrotados por la ambición y la inmoralidad a las cuales iban a combatir en el nombre de la decencia, y otras zarandajas publicitarias. Pura farsa.

Hoy la grabación del senador Cordero no nos sirve para nada, excepto para exhibirlo con el provecho correspondiente a la facción beneficiada por la filtración misma y para confirmar el clima interno de serpentario en el edificio de Avenida Coyoacán. Ya tenemos evidencia de cómo piensan los unos de los otros; ya vimos volar las navajas en busca de todas las espaldas, ya nos dijeron hasta donde llegan en el inmenso afán de conseguir el poder o el podercito.

No son muy distintos de los demás. No podrían serlo. Quizá en algunos momentos puedan ser mejores; pero en otros, como en estos, resultan peores. Bastante peores.

TRIÁNGULO

Como sucede con frecuencia la conducta sexual de los políticos viene a llenar las páginas de los tabloides del escándalo y tras ellos, en ordenado desfile, el resto de los impresos, las redes sociales, las televisoras, la radio y todo cuanto haya para satisfacer la humana necesidad del morbo, del placentero y gratificante hábito de meter la nariz en los asuntos ajenos.

El turno le toca ahora, después de Mitterrand o de Strauss-Kahn; Sarkozy, Schwazesneger (si así se escribe eso); Kennedy y cuantos la memoria guarde en el caso de cada quien, coleccionista de tarros y cornamentas ajenas (las propias nunca existen), al presidente Francois Hollande, quien de acuerdo con la revista Closet sostiene con Julie Gayet, “un amor secreto”. Secreto en todo caso hasta la semana anterior cuando los gacetilleros reventaron el escándalo y amor, pues quien sabe.

¡Oh!, L’ámour, l’amour, fuente inagotable de emociones inabarcables cuya existencia nos aleja de iguanas y mandriles, pero surtidor también de problemas sin solución.

Por él y en su nombre –dicen—detrás de cada hombre distinguido hay una gran mujer y debajo de ella, a veces, una Madame Bovary en espera del salto divino por cuya atracción incontenible alguien podría navegar el cielo sin paracaídas.

Hoy la prensa nos dice:

“El rumor comenzó en enero del año pasado, pero hoy la revista del corazón ‘Closet’ lo ha convertido en noticia al publicar un amplio reportaje de siete páginas con profusión de fotos y el título ‘el amor secreto del presidente’”.

Las imágenes muestran a François Hollande llegando en su moto al “pied à terre” parisiense de la actriz Julie Gayet, de 41 años. Según afirma la revista, el jefe del Estado “ha cogido la costumbre de pasar las noches en casa de Gayet”, y uno de sus guardaespaldas “protege el secreto de los encuentros con la actriz y lleva incluso los cruasanes” (y si en México los panecillos se llaman cuernos; pues…)

“Hablando en nombre propio y no como presidente, Hollande ha afirmado hoy que “deplora profundamente los ataques” a su vida privada, “a la que tiene derecho como todos los ciudadanos”, y ha añadido que estudia la posibilidad de presentar una denuncia judicial. Por su parte, Gayet ya había presentado una denuncia el 18 de marzo de 2013 ante la fiscalía de París para tratar de identificar a los autores del rumor que la relacionaba con Hollande.

“Oficialmente, el jefe del Estado francés, de 59 años, mantiene una relación sentimental con la glamurosa periodista Valérie Trierweiler, de 48 años, después de haber vivido largo tiempo junto a Ségolène Royal, con la que tiene cuatro hijos”.

Total, este asunto sobre el cual la cultura francesa no puede alegar desconocimiento, nos lleva a pensar una vez más en aquella frase de Sacha Guitry cuya reflexión debería meditarse, tras una rápida lectura, con música por lo menos (Ces mots chargés de romance,?Comme un matin qui sourit,?C’est un amour qui commence,?Dans le printemps de Paris*)

de la bella Juliette Greco:

“El matrimonio es una carga tan pesada, que a menudo hacen falta tres paras soportarla”.

MICHOACÁN

Y en asuntos un poco más duros, pues vale la pena pensar en algo: a cada reiteración del gobierno federal, como la expresada hace unos cuantos días por el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong en torno de la recuperación de Michoacán y la instauración de un clima de orden, paz y legalidad, sobreviene una nueva ola de violencia, como esa de ahora en Apatzingán donde hasta la alcandía ardió en llamas junto con autobuses y otros vehículos.

¿Reconocerá alguna vez el gobierno federal en público su diagnóstico en privado: esto se nos fue de las manos?

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*Estas palabras llenas de romanticismo como una sonriente mañana; son de un amor que comienza en la primavera de París…)

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