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Elena, las fundaciones y el reino de los cielos



La verdad hace tiempo no veo a Elena Poniatowska. En la última ocasión me regaló y me dedicó muy cariñosamente un libro suyo de los muchos de su robusta producción:

“A Rafael Cardona”, dice su muy elegante caligrafía, “porque es muy inteligente y por el gran gusto del reencuentro. Elena Poniatowska Amor. 30 septiembre 2015”.

Obviamente eso de la inteligencia es un halago inmerecido y si volvernos a ver le dio tanto gusto, es asunto de gratitud.

Pero más allá de eso y de observar cómo con el tiempo Elena se ha ido convirtiendo en algo así como la Sarita García de las letras mexicanas, me ha sorprendido su arranque metafísico del día de las madres.

Elena, como todos sabemos, vino de Francia, como los niños y las niñas. Sin embargo es mexicana por los cuatro costados.

Y en arrebato filial, se ha dirigido a su difunta madre, con los ojos entornados, de acuosa mirada al techo (no al firmamento porque estaba en el salón de la Tesorería, no en el patio),  en estos inolvidables, conmovedores, términos, en cuya verbosidad nada más hicieron falta los emocionados versos de Aguirre y Fierro para decir, por mi madre bohemios.

“...Mira mamá tú que estás aquí, tú que estás en el cielo, míranos aquí, todas estas mujeres.

“Es la primera vez que, en tantos años, un presidente nos llama en una situación, en un lugar cálido, con voz sencilla y con algo que es tan importante: con amor, con cercanía.

“Mira mamá, yo creo que has de estar muy contenta, has de estar sintiendo que México ha cambiado mucho, que México va por un camino que nunca tú recorriste con los presidentes anteriores, con el gobierno anterior.

“Mira mamá, creo que somos muy felices aquí hoy en este día, entre mariachis y entre tantos corazones que nos acompañan”.

Pero poco tiempo después de esa demostración de amor de hija y de adhesión al programa salvífico de la 4T (lo cual no es novedad alguna, como después veremos), una lista comenzó a dispersarse viralizada en las redes sociales: Elena Poniatowska es beneficiaria de cinco millones de pesos (a Diego Luna y sus amigos de Documental Ambulante les tocan siete, como parte del fomento a la cultura emprendido por el actual gobierno.

Es curioso, el programa de exaltación de la memoria de Emiliano Zapata, les cuesta a los mexicanos, tres millones de pesos en el año consagrado a su centenaria memoria. Elena, cuesta un poco más.

En la lista divulgada no se precisa si ese dinero es para ella o para la fundación instituida con su nombre, la cual funciona en la colonia Escandón, según se dice en la página de internet donde aparece el logotipo de la secretaría de Cultura del gobierno de la CDMX, lo cual nos lleva a considerar una posible duplicidad del fomento a las actividades culturales de Elenita.

Pero su aportación a la 4T, ni se limita a la cultura, concepto generalizador en sí mismo, pues la cultura la hacemos todos y nos pertenece a todos.

No, también Elenita tiene funciones y participación en algo básico para la conservación del poder: el Instituto Nacional de Formación Política de Morena, cuya creación fue aprobada el año pasado.

Así fue publicado:

“(ADN).- La creación del Instituto Nacional de Formación Política de Morena, aprobada durante la sesión de este domingo, estará a cargo del caricaturista Rafael Barajas, El Fisgón. Se busca que esta nueva instancia tenga escuelas en todos los estados y en todas las comunidades.

“Morena prevé destinar 50% de su presupuesto a este ente, que contará con un equipo de académicos como Lorenzo Meyer, John Ackerman y Elena Poniatowska, explicó Barajas”.

Y si hablamos de Barajas, debemos recordar su papel en la fundación (una fundación en cada hijo te dio), consagrada por Carlos Monsivais y cuyas labores de desarrollan en el Museo del Estanquillo, demasiado ampuloso para recaudería y bastante limitado como museo, aunque los “monsivitos” se crean herederos del Louvre o de perdida del Quai de Branly.

TREMENDA CORTE

Hoy desahogará la Tremenda Corte el proyecto (lo van a sesionar, dicen en la lengua especializada), de la constitucionalidad de la Ley de Remuneraciones, la cual es –como todos sabemos--, un texto básico del fundamento moral de la 4T.

Las acciones de Inconstitucionalidad de esa norma (2), fueron promovidas —como todos sabemos—, por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y varios senadores.

Para la declaración de inconstitucionalidad hacen falta ocho votos. Si no se reúnen —como es de preverse, porque la corte no traga lumbre—, entonces será texto bendecido.

Y el Presidente habrá ganado una más.


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