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Las cosas por su nombre… cuando tienen



Entusiasmado por su propio vértigo, impelido por el dinamismo del líder, el equipo del Presidente Electo, Andrés Manuel López Obrador, es prolijo en anuncios y exposición de programas, ideas o simples ocurrencias.

Lo mismo vemos al vocero Jesús Ramírez en la presentación de las papeletas de una u otra consulta, que escuchamos a Marcelo Ebrard con la presentación de sus colaboradores en la cancillería o atendemos la recitación de Verónica Velasco con la incomprensible convocatoria a la Constitución Moral, cuya especificidad ha sido explicada a partir del no.

Ya sabemos lo que no es la tal constitución (cartilla, le llamaba Alfonso Reyes a su texto educativo). Pero no queda claro lo que sí es.

Posiblemente un documental de Epigmenio Ibarra nos pudiera clarificar la profundidad de los empeños contenidos en tan incierto prospecto ético, cuya convocatoria —ni siquiera su texto final—, ha sido presentada sin presentar nada a fin de cuentas, sólo vaguedades conceptuales y pequeños lugares comunes propios de la ligereza intelectual.

Pero son cosas de la Cuarta Transformación.

Leamos, si no lo impide un progresivo endurecimiento de las meninges, en mi caso bastante escasas, como se puede advertir a la primera.

“No es una constitución jurídica, no es un intento por normar la vida privada, no es un pretexto para construir un modelo autoritario de gobierno, no se va a obligar ni a imponer nada a nadie, no se pretende que alguna institución se vuelva garante de la moralidad. No es un catequismo, no son los mandamientos ciudadanos. Vivimos en un Estado laico, soberano y democrático que debe garantizar la protección jurídica y la libertad de las personas a elegir”, dijo Verónica Velasco (Reforma).

Quizá faltó decir, no tiene virtudes antihistamínicas ni es un colagogo; no es tampoco una cataplasma ni una sanguijuela, no se aplica en hemodiálisis ni es un carminativo poderoso, no cura la indigestión ni es un péptico de utilidad instantánea. No remedia ni alivia la cefalea o la migraña. No disminuye el cólico menstrual ni remedia el asma.

Tampoco hace amarres de ramo blanco, no alivia la melancolía ni salva del mal de ojo o el amor no correspondido. Ni provoca infartos en los maridos celosos, ni previene embarazos no deseados. La acumulación de las cosas que no son, es infinita. Es como siguiéremos, hacer un censo de los muertos de la humanidad o las personas que hoy no han llamado por teléfono.

Pero como definir las cosas por la negación resulta difícil, don Jesús Ramírez y don Enrique Galván, partícipes en tal esfuerzo, nos ofrecen un breve compendio de las características ideales de la llamada Constitución, la cual casi nada constituye.

Veamos:

…En la presentación explicaron que será una guía para recuperar los valores que deberán acompañar al combate a la corrupción, la violencia y la impunidad, y a la reconstrucción del tejido social.

“Para construir el documento, llamaron a los ciudadanos a enviar sus propuestas, que serán recibidas entre el 3 de diciembre y el 30 de abril, y aprobadas, en su caso, en una Convención Nacional el 31 de julio de 2019.

“Jesús Ramírez, vocero del Gobierno electo, sostuvo que el país pasa por un proceso de decadencia acelerada, con degradación del tejido social, violencia, corrupción, pobreza y violencia.

“Consideró que con la llegada del nuevo Gobierno se registra un punto de quiebre, tras el cual será necesario fijar las nuevas bases de la convivencia nacional, que fomenten la solidaridad, el respeto a disentir…”.

Obvio, este esfuerzo de la Constitución Moral es una vacilada.

En la vida pública la ley es la moral común. Si las leyes se cumplen (y no se cambian para poner a los cuates a dirigir editoriales del Estado, por ejemplo), la vida social trans­curre en orden y democracia, porque este concepto se basa en la inclusión colectiva, base de la igualdad jurídica de las personas ante el Estado.

ÁGUILA

Esta columna lo divulgó el lunes. Les ganamos la nota, pues.

Apenas ayer los mejor enterados pusieron el grito en el cielo. Sí, Jared Kushner, yerno de Trump, fue condecorado con la Orden del Águila Azteca.

Alguien dijo: ¿cuál será el afán de ganarse tantas críticas cuando ya el sol se ha puesto en el ocaso sexenal?

Quién sabe. Al parecer es un acto de masoquismo… o de soberbia.

 

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