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Isabel Rodríguez, pionera de la medicina bélica



La desigualdad de género es uno de los mayores problemas en la actualidad. Para resolverlo, uno de los primeros pasos es reconocer el valor de la mujer como un agente activo en las sociedades pasadas, presentes y futuras.
Colón, Hernán Cortés, Pedro de Alvarado, Pizarro… son los protagonistas de la conquista de América, sin embargo, en los barcos con los que zarparon también viajaban mujeres. Es por ello que con motivo del Día Internacional de la Mujer, he querido recordar a Isabel Rodríguez, una de las mujeres españolas que tuvieron su protagonismo en unos de esos hechos tan apasionantes y que siguen dejando regueros de tinta como lo fue el violento y fascinante encuentro entre dos civilizaciones que dio origen a la caída de Tenochtitlan. Su desconocido papel, reflejo del machismo imperante de la época, es doblemente injusto y debe ser reivindicado. Isabel Rodríguez, lucho junto a los hombres, con más valor incluso y al final de la jornada mientras estos se dedicaban a jugar a los naipes o a beber aguamiel, ella se ocupaba de cuidar a los heridos.
 
Sobre la conquista de lo que hoy es México se han dicho muchas mentiras pero sobre todo se han ocultado muchas verdades una de las cuestiones que más se han mantenido escondidas es el hecho que el ejército de Hernán Cortés en su mayoría estaba constituido por indígenas y más aún que en sus filas había soldados negros y mujeres valientes que no dudaron en empuñar la espada y la lanza una de estas extraordinarias mujeres fue Isabel Rodríguez quien además de tomar las armas en los diversos combates, organizó un cuerpo de enfermeras. A ella se le considera pionera de la medicina en las batallas bélicas llegó a América, hacia 1520 en compañía de su marido Miguel Rodríguez de Guadalupe, primero se instalaron en la isla La Española, lo que hoy es la República Dominicana y de ahí posteriormente se trasladan a Cuba donde se une a la expedición de Pánfilo de Narváez, que por orden del virrey Diego Velázquez, pretendía apresar a Hernán Cortés quien se encontraba en Tenochtitlán negociando con Moctezuma.
 
Narváez, junto con su contingente desembarcan en Veracruz y pronto son derrotados por Cortés y sus aliados en Cempoala el 27 de mayo de 1520. Los españoles capturados aceptaron pasar a formar parte de la campaña de Hernán Cortés y enrolarse en sus filas. La situación militar mejoró, pero en Tenochtitlán se volvió cada vez más violenta. Entre los que se unen al conquistador, se encuentra Doña Isabel y su marido.
 
Cortés, con sus nuevos aliados regresan a Tenochtitlán, donde de inmediato es sitiado junto con todo su ejército por los mexicas. La noche del 31 de junio de 1520 españoles y tlaxcaltecas deciden romper el sitio y emprender la retirada, sin embargo, fueron descubiertos por los mexicas, dando lugar a la conocida y mal llamada Batalla de la Noche, en donde Hernán Cortés y sus tropas, sufrieron su más grande derrota. En ese terrible encuentro Doña Isabel Rodríguez, demuestra su valentía y capacidad de combate abriéndose paso entre los furiosos guerreros. A pesar de la muerte de más de 400 españoles y más de 4000 tlaxcaltecas el ejército dirigido por Cortés logró escapar de Tenochtitlán y refugiarse en Tlaxcala.
 
En Tlaxcala, el ejército derrotado se reorganiza pero antes cura sus heridas y nuevamente doña Isabel Rodríguez vuelve a brillar al formar el cuerpo de enfermeras integrado por españoles y mujeres tlaxcaltecas que acompañarían siempre a los expedicionarios en las futuras campañas de conquista.
 
También formaron parte del grupo de enfermeras las españolas Beatriz de Palacios, Beatriz González y muchísimas mujeres tlaxcaltecas que no solo auxiliaban a los heridos sino que también no dudaron en tomar las armas, en luchar cuerpo cuando la ocasión lo necesitaba.
 
El cronista Cervantes de Salazar hace referencia a Doña Isabel: “una mujer española que se decía Isabel Rodríguez de la mejor forma que podía atendía a los heridos. Les tapaba las heridas y se las santiguaba diciendo : en el nombre del padre del hijo y del Espíritu Santo, un solo Dios verdadero el que cure y sane”.
 
Derrotados los mexicas Doña Isabel, siguió practicando la medicina en la Nueva España a pesar de que era profesión únicamente de varones . Manuel Orozco y guerra, escribió que la corona la premio con el título de Médico honorario siendo una de las primeras mujeres que ejerció esta valiosa labor.
 
Sin lugar a dudas la conquista de lo que hoy es México no hubiera sido posible sin todas estas extraordinarias mujeres que como Doña Isabel, la propia Malinche y muchas otras, pero el desquiciado feminismo e indigenismo actual enquistado a las instituciones culturales esconde y niega el valor de estas mujeres, incluso tratan de borrarlas de la historia, en el divagante mundo cultural mexicano prevalece la perversa idea de que la Conquista y caída del Imperio mexica es una desgracia histórica, idea surgida del mundo anglosajón y que seguimos arrastrándonos donde se ve al mexica como el bueno al español como el malo y al tlaxcalteca como el traidor. En lo personal considero que la Conquista no fue una victoria de los españoles sobre los mexicas, sino una victoria de los propios indígenas aliados con los españoles.

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