Sábado 20 de Abril, 2024 - México / España
Un vínculo entre México y el Mundo
Facebook Twitter Whatsapp

La mujer valiente y guerrera de la vida



El 8 de marzo se celebró el Día Internacional de la Mujer y quisiera compartirles la dignidad que está tenía durante el embarazo y al momento del parto en el México Prehispánico.

La misión principal en la vida de las mujeres de la civilización del Anáhuac era la procreación. La riqueza en descendientes era un bien muy preciado en los pueblos de habla náhuatl que practicaban la filosofía del Toltecayotl. Y aquella que muriera durante el parto, especialmente si se trataba de una primeriza, se convertía en una de las mujeres del cihuateteo, es decir, una divinidad femenina. Se consideraba el trabajo del parto como el equivalente de la acción de los guerreros en la batalla y muerte durante el parto, análoga a la que éstos podían sufrir en la guerra florida o en la piedra de los sacrificios. Es así que valiente y guerrera, la mujer podía surgir del parto vencedora, trayendo a la tierra una nueva vida y la partera saludaba al recién nacido (el pequeño prisionero) con gritos de guerra, al mismo tiempo que alababa a la madre por su valor como guerrera. Si moría, entraba en el mundo de los dioses para acompañar al sol en su descenso. *

Se consideraba que el embarazo confería propiedades especiales a las mujeres; las hacía más susceptibles a ciertos peligros y amenazas, pero a la vez les daba una fuerza particular que las haría triunfar, en símil de la guerra que para nuestros antepasados prehispánicos era el parto.

Desde muy pequeñas las niñas recibían una educación encaminada a prepararlas para desempeñar bien su papel de madres. La madre y las ancianas del calpuli (la institución educativa especialmente destinada a las mujeres) eran las encargadas de transmitir los conocimientos sobre las funciones de la mujer, el nacimiento, sus obligaciones y responsabilidades sociales. Estas enseñanzas eran dadas en forma de discursos llamados huehuetlatolli, o sea, “pláticas de viejos”.

Numerosos consejos se daban a la mujer preñada , insistiéndole siempre en que debía esforzarse en todo, suspirar ante los dioses , no enorgullecerse ni pensar que se había preñado por sus merecimientos personales, se le recomendaba quemar incienso a los dioses, no dormir demasiado. El castigo de los dioses contrariados era la muerte de la criatura en el seno materno.

También se la orientaba en razón de las publicaciones y acciones de carácter práctico. Parte de la orientación era de carácter general, como la recomendación de consumir alimentos calientes y blandos, o la de no trabajar mucho, ni brincar, o correr. El calor excesivo era considerado peligroso.

La tranquilidad anímica era un factor fundamental para el buen desarrollo del embarazo. Era necesario mantener a la mujer preñada en un ambiente de cordialidad, evitando las ocasiones de asustarse o ser asustada, había que evitar darle malas noticias. La mujer embarazada no debía llorar, ni estar triste, pues el niño enfermaría. Que no viera cosas rojas pues el niño nacería de lado. Ni masticar chicle pues al niño se le endurecería el paladar y se le pondrían gruesas las encías, no podría mamar y moriría.

Parte importante de los cuidados eran los baños de temazcal, cuya acción relajante ha sido puesta en evidencia por varios autores modernos, una prueba más de lo afirmado, las enseñanzas del Toltecayotl siguen siendo vigentes, siguen vivas.

La partera indicaba cuando debía tomarse el baño y cuánto tiempo debía durar. Entraba con su paciente al baño y allí le palpaba el vientre para saber cómo estaba colocado el feto y en caso de que estuviera mal lo enderezaba efectuando maniobras sobre el vientre.

Al comenzar los dolores del parto, la parturienta era llevada una vez más al temazcal y después, refiere Sahagún, le daban a beber Cihuapatli, una hierba con potentes efectos sobre la musculatura del útero, que tiene por acción empujar hacia fuera la criatura.

La labor de la partera no concluía con el parto propiamente dicho, ni siquiera con el alumbramiento, ya que era ella quien debía extraer la placenta si ésta era retenida, suministrándole sustancias hechas a base de plantas aromáticas del tipo de la vainilla aplicadas por la vagina y extrayéndola manualmente en caso de que no lograra con el remedio antes referido. Después debía atender al niño y colaborar en las ceremonias de purificación y de fijar su destino.

Por lo que respecta al parto en sí podemos decir que significaba al mismo tiempo que la expectativa de un logro inmenso, dar a luz un hijo, una amenaza tremenda. Por eso se le equiparaba con la guerra. Parir un hijo era como tomar un prisionero, era vencer nada menos que a la muerte. Asimismo, aquella que moría al parir, compartía, como lo hemos ya mencionado, la suerte de los guerreros fallecidos en el campo de batalla. La parturienta muerta era llamada mometepipinque y se atribuía a su cadáver poderes sobrenaturales, por lo que algunos fragmentos de él eran muy buscados por los hechiceros maléficos.

Estas mujeres muertas, en su calidad de entes espirituales eran llamadas cihuateteo o cihupipiltin, palabras que significan mujeres diosas y mujeres preciosas respectivamente. Con este carácter se creía que vagaban por la tierra a la hora del crepúsculo, especialmente si estos eran seres débiles como mujeres embarazadas o niños.

No debe pensarse que la atención del parto se redujera a los aspectos técnicos que he descrito aquí a grandes rasgos. Si la concepción de la criatura y el curso del embarazo eran hechos de relevancia familiar y social, más lo era el parto.

La atención del embarazo y el parto ofrece un excelente ejemplo de la sólida integración entre elementos religiosos, creencias mágicas y la aplicación de conocimientos obtenidos por observación, notándose la más completa congruencia tanto en sus fines como en sus contenidos. Es innegable que en este conocimiento y en esta profunda toma de raíces en los aspectos centrales de la cultura está la explicación de la persistencia de que estas prácticas  sigan vivas en el curanderismo hasta nuestros días, abarcando, con modificaciones regionales, prácticamente todo el México central, y constituyendo, no obstante las deficiencias técnicas que se evidencian si las comparamos con lo mejor de la medicina moderna, una de las posibilidades más importantes de atención por parte de personas entrenadas para eso. Por lo que reafirmamos : TOLTECAYOTL CULTURA VIVA
 

Columnas anteriores