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Los nudos del mundo



Uno podría preguntarse si los hechos ocurridos en algún remoto lugar del mundo tienen, tarde o temprano, relación directa o al menos influencia, con otras realidades. Por ejemplo, si la irrupción armada de un fanático antiislamista en Nueva Zelanda, tiene conexión con el asesinato de un migrante en Coahuila o una balacera en El Paso, Texas.

La única conexión es la palabra odio.

El odio, presente en muchos de los discursos políticos contemporáneos, se convierte de verbo en acción de una manera simple y por lo visto contagiosa.

Mucho se ha hablado de la fobia por ser diferente, como base emocional del repudio, el rechazo, la agresión y, finalmente, el deseo de exterminio. Es el lobo con marcas en su territorio. O el gato o el perro, o el hombre armado con un AK-47.

Hoy nos horrorizamos ante los ataques armados de enfermos con armas de asalto, pero como nunca antes esos desequilibrios mentales han hallado causa y se han convertido para sus seguidores, en advertencias atendidas porque los mensajes de odio llegan desde mala cima del poder: son proclamas políticas, son pasto para las preferencias electorales y ya no fugas explosivas de desequilibrados con sicosis de guerra.

Ya no son, al menos en Estados Unidos, veteranos en cuya sangre corren las gotas del odio guerrero. Ahora son jóvenes cuya infancia no supo de Vietnam ni de ninguna otra guerra.

Y el discurso del odio se asienta en la idea cuya germinación causó los peores crímenes de la humanidad —o mejor, de la inhumanidad—, hasta ahora: la supremacía étnica y cultural.

Y esa idea se repite en los discursos de Trump y velada, soterrada pero existente, en todas las actitudes de control migratorio en el mundo. Hasta en Chiapas.

Hace unos meses recibimos esta noticia:

“..Dos mezquitas de la ciudad de Christchurch fueron este viernes el objetivo del peor ataque terrorista en la historia de Nueva Zelanda. Al menos 49 personas han muerto y más de 40 resultaron heridas, confirmó la primera ministra, Jacinda Ardern.

“Un australiano descrito en la prensa de su país como un ultraderechista islamófobo disparó con un arma automática en una de las mezquitas y lo retransmitió por las redes sociales con una cámara adherida a su cuerpo.

“Ha sido acusado de asesinato tras ser detenido en una persecución policial. Hay otros dos arrestados. Es el atentado supremacista más letal desde la masacre en Noruega en 2011”.

Brenton Tarrant, el multiasesino, se satisfizo con su explicación de limpiar al mundo de musulmanes. Odio puro.

En el reciente tiroteo de El Paso, cometido por Patrick Crusius, hubo también un mensaje de ­acompañamiento.

Según informa CRÓNICA, “el periodista Scott Stedman difundió un texto (aún no se ha confirmado al cien por ciento su autenticidad) en que Crusius empieza asegurando:

“En general, apoyo al tirador de Christchurch”, quien mató a 51 personas en una mezquita en Nueva Zelanda en marzo de este año. El manifiesto prosigue asegurando que el ataque “es una respuesta a la invasión hispana de Texas”.

Aunque la autenticidad del texto no está confirmada, varios detalles concuerdan con lo sucedido en el Walmart de El Paso. Por ejemplo, detalla que se usaría una AK-47 (cuerno de chivo) en su versión civil, llamada WASR-10, y es exactamente el modelo de rifle semiautomático que, según imágenes de cámaras de seguridad, usó Crusius”.

Otros medios reportan las relaciones de dos políticos texanos, el exalcalde de San Antonio Julián Castro y el exconcejal y excongresista de El Paso Beto O’Rourke, quienes intervienen (oportunismo aparte):

“…Consternado por la tragedia de su ciudad, una de las más seguras del país pese a estar en la frontera y tener casi 700,000 habitantes, O’Rourke no le dejó escapar.

«Cada año, desde que tenemos a un presidente que llama a los ciudadanos mexicanos violadores y criminales los crímenes de odio aumentan más», dijo a las cámaras, en inglés y en español. «Ha intentado que nos asusten. Es un racista y ha avivado el racismo en nuestro país», lo acusó sin remilgos”.

La cadena intelectual es simple: los migrantes son un amago a la seguridad, los migrantes son delincuentes; los delincuentes nos amenazas, terminemos con ellos, primero con los muros, después con las balas.

Así con esa misma construcción mental, se fundó el KKK.

“…se debe creer en los mandamientos de la religión cristiana, la preservación de la supremacía blanca, la práctica de la honorabilidad y los principios del americanismo puro…”

Por desgracia los fundamentos del “americanismo puro”, hoy condicionan las políticas migratorias del gobierno mexicano.

 

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