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La gran María de los Ángeles



Definir a María de los Ángeles Moreno Uriegas a partir de su excepcional y exitosa carrera política, resulta insuficiente y parcial. Lo mejor de María estaba en su alma; no en su profesión de economista, ni en sus empeños de funcionaria o su labor de partido. En eso era grande, pero como persona fue mucho muy superior.

Generosa y compresiva, siempre tuvo tiempo para sus amigos porque siempre tuvo tiempo para hacer amigos, para aconsejar sin entrometerse, para entender la raíz de las relaciones sociales: la empatía, la solidaridad, el acompañamiento, el respeto y el afecto.

Recordar su destacada carrera como la primera mujer presidenta del Partido Revolucionario Institucional cuando eso significaba algo superior al catafalco actual; su presidencia en el Senado, la Cámara de Diputados y el Congreso de la ciudad de México, no importa cómo se llamara entonces, es apenas caer en un lugar común.

Analizar su capacidad frente al empuje de los mediocres y los vándalos cuyo basurero oficio convirtió al PRI del entonces DF en un refugio de pepenadores, es también oportunidad para recordar su reacción ante la debacle del PRI en los albores de este siglo.

Cuando el partido hacia todo lo posible por perder y desde Los Pinos, Ernesto Zedillo cumplía la encomienda internacional para entregarle la presidencia a un vendedor de Coca-Cola ( pronto de Mota-Cola), María me dijo con  gravedad y pena:

–Lo malo no es perder el poder; lo malo es entregarlo cobardemente, culposamente.

Hoy, como pocas veces, resulta oportuno revisar sus advertencias, su diagnóstico sobre el futuro del PRI, expresado en su discurso de toma de protesta al frente del Comité Ejecutivo Nacional. La primera mujer en hacerlo y la mejor hasta ahora en esa posición.

Dijo Maria de los Ángeles (cito de memoria): …si el PRI no se adapta a las necesidades del mundo contemporáneo y del México de hoy, si no entiende el ritmo del nuevo tiempo, si no comprende bien la visión cotidiana de los problemas, corre dos riesgos, el de la obsolescencia funcional o el de la ineptitud histórica.

Al parecer corrió ambos peligros y en ambos sucumbió. Hoy el PRI es inepto y disfuncional. Cayó, como fue otra de sus advertencias, víctima “de su propia dimensión histórica”.

En la ciudad de México fue donde la catástrofe se anticipó de manera más dramática. El partido, en muchos sentidos, se convirtió en agua entre los dedos y la presidencia del Comité Ejecutorio se logró a base de trampas y engaños.

–Esto fue –dijo Maria de los Ángeles en pleno desencanto–, un acto de delincuencia organizada”.

En fin…

Durante la secretaría de Carlos Salinas de Gortari en Programación y Presupuesto, el gobierno decidió modificar el Sistema Alimentario Mexicano, heredado de los tiempos de José López Portillo.

“… Para hacer operativa dicha estrategia (dice la FAO) se continuó con el Programa Nacional de Alimentación, pero ahora dividido en dos apartados: el Sistema Nacional de Seguridad Alimentaria y el Sistema Nacional de Vigilancia Alimentaria y Nutricional”.

María de los Ángeles participó en ambos. Ahí fue donde la conocí. Después la frecuenté durante su gestión al frente de la Secretaría de Pesca.

Nuestro último contacto en asuntos políticos fue durante un foro al cual me invitó para promover la inclusión del concepto claro y definitivo de Estado Laico en la Constitución. Nos reunimos en el Senado y en la mesa plural estaban también,  Jacobo Zabludovsky y Rodolfo Echeverría Ruiz.

Al escuchar sus argumentos sobre la libertad religiosa, su bien acompasada emoción frente a las necesidades de la laicidad y el Estado garante de la libertad religiosa, uno se sentía en desventaja.

Sencilla, categórica y enérgica cuando se debía, María de los Ángeles ha sido uno de las mejores experiencias en medio siglo de tratar con políticos y políticas.

Hoy se escucha la unanimidad de los elogios, hasta de quienes en vida la combatieron. Siempre hay espacios para la hipocresía.

Yo guardo para mi estas palabras suyas (Newsweek):

“…Había diferencias muy notorias en la posibilidad de mejor remuneración, de ascenso de una mujer versus un hombre”, comenta. “Todavía sigue siendo mucho más difícil para una mujer con esposo e hijos incursionar en aspectos que son demandantes de tiempo y de presencia”.

“Sigue siendo difícil porque la cultura es lo que más lentamente cambia y México es muy patriarcal, lo cual implica que el varón tiene que sentirse superior. Nos dicen, bienvenidas, pero nos cierran las puertas.”

Pero ella, abrió todas las puertas.

Adiós, amiga.


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