Viernes 19 de Abril, 2024 - México / España
Un vínculo entre México y el Mundo
Facebook Twitter Whatsapp

El Árbol de Navidad: origen y significado



Algunos me han preguntado acerca de la costumbre asumida por muchos católicos de poner el árbol de Navidad.  ¿Por qué adornamos un pino en estas fechas? ¿Qué tiene que ver el árbol con la Navidad? Tratando de dar respuesta a preguntas como estas, hoy les comento que la tradición del árbol de Navidad, en América Latina entró a formar parte de nuestro acervo en los primeros años del siglo XX viniendo de USA y esto debido a que en España y en Alemania existía ya esta costumbre, aunque la referencia más antigua de lo que sería un árbol de navidad la encontramos en zonas francesas, concretamente en Alsacia-Lorena.   La tradición como tal, está muy ligada a la figura de un santo, llamado San Bonifacio, un monje benedictino de origen británico, nacido alrededor del año 680 y quien fue enviado por el Papa a evangelizar los territorios de la actual Alemania. Según nos narra el escritor Henry Van Dyke en su célebre obra: The first Christmas tree, era un hombre joven, recto, justo y fuerte como un bastón de roble.

Se cuenta que en el año 723 viajó al norte de Alemania donde cerca de Geismar existía una comunidad de paganos que durante el invierno realizaban un sacrificio humano (donde la víctima era casi siempre un niño) en honor a Thor, el dios del trueno. La ceremonia se hacía en la base de un roble considerado sagrado y conocido popularmente como “El Roble del Trueno”. San Bonifacio, quiso derribar este árbol no sólo para salvar a la víctima sino sobre todo para demostrar a los paganos que él no sería abatido por un rayo lanzado por Thor.

Bonifacio y sus aliados llegaron al poblado la vigilia de Navidad, justo a tiempo para interrumpir el sacrificio. Con su báculo pastoral, el Santo se acercó a los paganos que se habían reunido alrededor del Roble del Trueno, y les dijo: “aquí está el Roble del Trueno, y aquí la cruz de Cristo que romperá el martillo del dios falso, Thor". Posteriormente el verdugo levantó el martillo para matar al niño que había sido colocado para el sacrificio. Pero en el descenso, el Obispo extendió su báculo para bloquear el golpe y milagrosamente rompió el gran martillo de piedra y salvó la vida del niño. Después se narra que el Santo dijo: “. Este árbol sangriento ya nunca más oscurecerá su tierra. En el nombre de Dios, voy a destruirlo”.  Y tomo una hacha que estaba cerca de ahí, y según la creencia, cuando la empuño poderosamente hacia el roble una gran ráfaga de viento voló el bosque y derribó el árbol con raíces y todo. El árbol cayó al suelo y se rompió en cuatro pedazos y con la madera construyeron una capilla.

San Bonifacio siguió predicando al pueblo germánico que no podía creer que el que había eliminado para siempre al Roble de Thor no hubiera sido golpeado por su dios. El   “Apóstol de Alemania”, miró más allá de donde yacía el roble e indico a un pequeño abeto diciendo: “Este pequeño árbol, este pequeño hijo del bosque, será su árbol santo esta noche. Esta es la madera de la paz…Es el signo de una vida sin fin, porque sus hojas son siempre verdes. Miren como las puntas están dirigidas hacia el cielo. Hay que llamarlo el árbol del Niño Dios; reúnanse en torno a él, no en el bosque salvaje, sino en sus hogares; allí habrá refugio y no habrán actos sangrientos, sino regalos amorosos y ritos de bondad.”

Los nórdicos empezaron una nueva tradición esa noche, que se ha extendido hasta nuestros días. Al cortar y llevar a sus hogares un árbol, normalmente un pino, decorándolo con velas y adornos para celebrar el nacimiento del Salvador. Y fue así que un hombre honesto y respetable además de santo como San Bonifacio quien nos legó lo que hoy conocemos como el árbol de Navidad.

Por lo que podemos darnos cuenta que el árbol de Navidad en realidad tiene un sentido cristiano y no pagano. Además de ser un árbol que da vida y no muerte como el pagano. Es decir, en el árbol de Navidad se resume la relación entre el cristianismo y las demás religiones. “Yo he venido para que tengan vida, y vida en plenitud”. Así que resulta también infundada la idea de que no sea un signo católico, sino protestante a diferencia del nacimiento (Belén como le dicen en España).  Ya que como bien sabemos el movimiento protestante inicia con Martín Lutero en Alemania en la que varios siglos antes había predicado San Bonifacio, por lo que los alemanes ya antes de la Reforma protestante tenían la tradición del árbol y también del nacimiento, después de la revolución de Lutero el nacimiento se prohibio por considerarlo idolatría, pero el árbol continuo siendo hasta nuestros días un símbolo de la Navidad. Y el hecho de que los protestantes lo hayan conservado no significa que sea exclusivo de ellos. Lo que consideramos que no es lo ideal para un cristiano católico es preferir el árbol por encima del nacimiento o belén.  Peor aún preferir la interpretación pagana del árbol de Thor.

Por cierto en el Vaticano el primer árbol de Navidad fue colocado por San Juan Pablo II, quién dijo: “En invierno, el abeto siempre verde se convierte en signo de la vida que no muere…”

Por lo tanto podemos decir que el árbol de Navidad es uno de los muchos ejemplos de cómo el mensaje cristiano supo “inculturarse”, es decir mezclarse con las culturas que encontraba expresando a través de sus elementos su valor universal.

Columnas anteriores