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Antonieta, precursora del feminismo en México



Hoy que se conmemora el aniversario del natalicio de Antonieta Rivas Mercado, defensora de los derechos de la mujer, literata, periodista y promotora cultural entre muchas otras cosas. Quiero recordarla escribiendo estas líneas acerca de ella ya que como diría Pino Cacucci: Nessuno puó portarti un fiore (nadie te puede llevar una flor). En efecto en 1936 caducó la concesión de su tumba y sus restos fueron trasladados a la fosa común. Además debido a la guerra y la invasión alemana, no quedó nada del camposanto y menos aún de sus restos.

Recuerdo que hace ya algunos años una amiga me obsequio el libro de Fabienne Bradu : Antonieta y tiempo después en casa de mi padrino (q.e.p.d) encontré: A la sombra del Ángel, escrita por Kathryn S. Blair, la nuera de Antonieta. Y fue a raíz de estas lecturas que el personaje me envolvió, me cautivo y me enamoro . Fue tal mi atracción que llegue a sentir la necesidad de saber más acerca de ella y del universo que la rodeo y fue así que ella me llevo a Tina y a Frida y no al revés como podría pensarse.

Pero ¿quién fue en realidad Antonieta Rivas Mercado? Sin lugar a dudas una precursora del feminismo en México, ya que fue una de las mujeres que más influyo en la modernización de la cultura mexicana al finalizar la Revolución. Y ese esto lo que quiero transmitirles de Antonieta. Quisiera que relacionaran el personaje con el de una mujer, dinámica, hacedora, empeñosa, desafiante, protagonista de su tiempo, porque es eso lo que era. No deseo, porque me parece injusto, que se le vea solo como a una mecenas o una mártir (relacionadola con su trágico fin) o que se quiera rescatar el personaje solo para hacer de ella una mercancía potencial a semejanza de Fridha Kahlo o Tina Modotti. No deseo, porque me parece injusto, que se le vea solo como a una mecenas o una mártir (relacionadola con su trágico fin) o que se quiera rescatar el personaje solo para hacer de ella una mercancía potencial a semejanza de Fridha Kahlo o Tina Modotti.

Ya que saberla nacida al inicio del S.XX, con una infancia privilegiada, una juventud marcada por la revolución, los viajes y un padre excepcional. Describirla transformada en editora, traductora, promotora artística, actriz, esposa, amiga y amante, me parece poco.

Y viendo sus fotos, contemplando sus imágenes, su mirada amable, no obstante sus ojos de dolor y su sonrisa distante y fría. La puedo imaginar sentada junto a Rodríguez Lozano, Diego Rivera, Salvador Novo, Carlos Chávez, Samuel Ramos, Gilberto Owen. Paseando del brazo de José Vasconcelos o de García Lorca. Y me da la impresión que entre más leo acerca de su vida, menos sé de ella, me alejo de su verdadero yo, de lo que conoció y aprendió. Es como si ella estuviera protegida detrás de todo lo que hizo y orquestó, como si lo hubiese hecho a propósito, hacer y hacer para esconderse (1).

Nació en la Ciudad de México el 28 de abril de 1900, era la segunda hija del Arq. Antonio Rivas Mercado, (director de la Academia de San Carlos (en 1911 tuvo que renunciar por una sublevación estudiantil en la que participó David Alfaro Siqueiros). Diseñador entre otras obras la Columna de la Independencia, la terminación del Teatro Juárez de Guanajuato y el Palacio Municipal de Tlalpan) y de Matilde Castellanos Haff. Su nombre completo era María Antonieta Valeria Rivas Castellanos. Practicó la danza desde muy pequeña e incluso tuvo la oportunidad de dedicarse completamente al ballet en la Opera de París, pero su padre se lo impidió, ya que no quería dejar sola a su hija en Francia. Aprendió inglés, francés, alemán, italiano y griego. Alta, rica, distinguida y muy culta. Dicen que su elegancia era referencia entre quienes la conocían. Contrajo nupcias antes de cumplir los 18 años con un hombre de mayor edad, Albert Edward Blair, un inglés conservador, radicado en Estados Unidos, amigo de Madero, que participó en la Revolución Mexicana . Fruto de esa relación, nace el 9 de septiembre 1919, su único hijo Donlad Antonio. Una unión desdichada desde sus orígenes, imposible entre una mujer liberada del ambiente familiar, de su mundo y de su tiempo. Y las desavenencias condujeron a la separación. A este hecho grave de por sí, se agregó el divorcio de sus padres. Antonieta tomó el partido paterno.

De 1923 a 1926 viaja por Europa con su padre y su hijo. Pero tienen que regresar a México para atender la deteriorada salud del arquitecto Rivas Mercado, quien murió en enero de 1927.Y es en este año que conoce y se enamora perdidamente del pintor Manuel Rodríguez Lozano, quien era homosexual. Por lo que nunca fue correspondida pero lo mejor de su obra literaria la dejo en algunas de las muchas cartas que le escribió.

Patrocino el teatro Ulises Criollo (1927-1928) con el deseo de modernizar el quehacer teatral de nuestro país.

En marzo de 1929 conoció a José Vasconcelos y su vida da un vuelco definitivo. Abrazó la causa vasconcelista con furia. Tan es así que juega un papel muy importante en la campaña presidencial de este, de quién fue compañera sentimental . Al ser derrotado Vasconcelos por un escandaloso fraude, Antonieta se exilió con él, en Nueva York, dónde trabajo como escritora y periodista. No paso mucho tiempo en Estados Unidos ya que ese año la Suprema Corte falló en contra de ella en el juicio de divorcio y la mujer tuvo que raptar al propio hijo para que no se lo quitaran y llevárselo a Europa. Y con él huye a Burdeos, Francia, sitio donde se refugia y escribe uno de los textos más reveladores sobre el sistema político mexicano, La campaña de Vasconcelos.

El 8 de febrero de 1931 se traslada a París, donde se reúne con  Vasconcelos, para fundar la revista Antorcha. Acosada por la sociedad, por las leyes que la reclaman para arrebatarle a su hijo, la falta de dinero y, sobre todo, la falta de apoyo de José Vasconcelos —a quien le había patrocinado su campaña, y con quien había compartido el sueño de un México democrático, educado y culto—, Antonieta decidió salir de este mundo el 11 de febrero de 1931, dándose un tiro en el corazón, en la Catedral de Notre Dame.

Como vemos su biografía está hecha de excesos, no deja de intrigar la precariedad de su temperamento y a la vez su fuerza. No cabe duda que es una personalidad compleja, sorprendentemente singular, obsesiva. Admiro su obsesión por el trabajo y me sorprenden sus actitudes vitales en ese México en el que las mujeres carecían de voz.

Es verdad que su muerte la convirtió en mito, en “reliquia exótica”,como diría Ma.Teresa Gérard (2). Pero su vida pone de manifiesto una singularidad irreductible, un sabor y un perfil de mujer únicos.

Siempre estuvo rodeada de hombres ilustres, como lo fueron, por diversas razones, todos aquellos con los cuales convivió. Muy joven se despojó de los consabidos convencionalismos de su tiempo para relacionarse con intelectuales y artistas destacados como Diego Rivera, al que conoció siendo alumno de su padre en la Academia de San Carlos, Orozco Gorostiza, Novo, Villaurrutia, Kahlo, Tina Modoti, a la que la unía una sólida amistad así como también fue amiga cercana de García Lorca a quién conoció en 1929, cuando el poeta radicaba en Nueva York. Podemos decir que México se benefició con cada uno de sus encuentros. Andrés Henestrosa narra que: “Antonieta reunía en su casa a estudiantes, escritores, poetas, filósofos, sociólogos, dramaturgos, pintores, músicos, para conversar, leer libros, oír música, revisar la historia patria en busca del sentido real y último de la cultura mexicana” (3).

Su reconocido mecenazgo alcanzó las más diversas manifestaciones artísticas del México posrevolucionario y dan cuenta de la notable trayectoria de una mujer apasionada que tiñó con su generosidad, tutela e inteligencia el primer tercio del S.XX de nuestra nación.

Antonieta invirtió su tiempo, su dinero y su talento en varias empresas que sellaron el despunte de la modernidad en México entre ellos, el teatro Ulises pionero del vanguardismo en nuestro país y probablemente en América Latina. Era un sueño de Antonieta que México tuviera un teatro. Había que crear un teatro moderno en México. Y desinteresadamente , en una casa de su propiedad en la calle de Mesones 42, improviso el teatro, convocó a sus amigos para la gran tarea y así los pintores como Manuel Rodríguez y Roberto Montenegro se improvisaron escenógrafos, los dramaturgos como Novo, se convirtieron en directores de escena, y ella no solo los ayudaba y apoyaba en todo momento, sino que además participaba en la traducción de las obras, en la adaptación, en la puesta en escena, en la elaboración del vestuario, en las conferencias de prensa y hasta en la elección del coctel la noche del estreno. Antonieta no tenía reposo. Iba y venía. Leía, escribía, traducía. Sentaba a su mesa a todos los que algo significaban en la vida cultural de México. En largas sobremesas planeaba tareas para todos, ella la primera. No hubo acto público de importancia al que no asistiera. Viajeros y escritores de paso por México, visitaban su casa para charlar con ella y verificar que en verdad se trataba de una mujer extraordinaria. Las cartas que luego le escribían (y que se conservaron) reflejaban la legítima admiración que siempre promovió en todo aquel que la trató.

Ninguna otra dama de su época, por más mecenas que fuera, se hubiese atrevido a figurar con semejantes desafíos que la sociedad calificaba de desplantes. Los mecenas prefieren el recato de los palcos ; Antonieta, como bien dice Fabienne Bradu,(4), ansiaba la luz de los escenarios. Pero no solo eso era una paladina , hacedora, empeñosa, dinámica, airosa, desafiante y sobretodo protagonista de su tiempo, aunque este durara unos escasos años. Ya que contribuyo y mucho al despunte de la modernidad de México, no solo con el Teatro Ulises, sino también con la Orquesta Sinfónica Carlos Chávez y con el patrocinio de algunos libros firmados por futuros Contemporáneos, “ todo esto en dos o tres años si incluimos en la modernización del país, la campaña presidencial de Vasconcelos. Cuando su casa dejo de ser Ateneo para convertirse en club político.

Asistía a las asambleas, a los cafés en que se reunían a discutir y planear la acción de los jóvenes, los obreros, los intelectuales, los hombres y las mujeres. Hizo suya la causa, que creyó en México.

Para algunos será mucho, para otros pocos, pero retomando a Bradu (5), decimos que se equivocan quienes suman y restan como si el balance de una vida fuera un asunto de contabilidad. La singularidad de Antonieta reside en el paso suplementario que siempre dio para rebasar la sola condición de mecenas generosa y desinteresada. Vivió rodeada de artistas pero no fue una creadora de obra trascendental. Tan es así que solo quedan de ella un puñado de artículos periodísticos (algunos, sobre el tema del feminismo), fragmentos de su diario íntimo, menos de un centenar de cartas y su versión de la campaña política de Vasconcelos. Fue una mujer tenaz y obsesiva. Que en su época, gozo de libertades sociales y personales con las que ni sueñan muchas mexicanas de hoy; pero sobretodo fue una mujer que hizo pleno uso de su derecho de elección y el derecho que más uso fue el de equivocarse , elegir la desdicha y acabar derrotada.

Me gustaría terminar con una cita de María Teresa Gèrard : “fue una mujer que vivió con una visión fuera de su tiempo, pero que dio sus frutos en su tiempo, ya que Antonieta logro lo inimaginable en su tiempo” (6).

Citas.
1) GERARD,M.T.yotras;“LasRevoltosas”Ed.Selector. México,D.F., 1era ed. Sept.2010. p.160
2) Ibid p .164 3) HENESTROSA, Andrés, “Maria Antonieta” Ed. Porrua.
1era.ed.1999.México,D.F.p.10 4) BRADU,Fabienne,Antonieta.FondodeCultura
Economica.México 1991 p.234 5) Ibid.2258 6) ) GERARD, Op. Cit. p.163.

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